BELMONTE: HISTORIA DE CUENCA...

Hola

Don Julio Reyes Rubio: muchas gracias por todo cuanto me envia; pero no he visto cumplido mi anhelo ya que no veo la villa de Belmonte por ninguna parte de sus escrito, me despido de Usted, atentamente Agustín Zafra López

HISTORIA DE CUENCA
1º PARTE BIS
CUENCA (KUNCA)

Con los vaivenes de los precios del mercado de la subida del precio de la lana conllevó la decadencia de la trashumancia y, como consecuencia, el hundimiento de la industria de producción de paños conquense. A lo largo del siglo XVII la economía se recuperó poco a poco y el siglo XVIII comenzó con otra crisis que afectó especialmente a la actividad textil y conllevó la clausura de la Casa de la Moneda y de los molinos de papel.
Durante la iniciación del siglo XVIII y el comienzo de la Guerra de Sucesión Cuenca se monstro leal a Felipe V, que luego tras la victoria reconoció su fidelidad y la distinguío añadiendo los títulos de «Fidelísima y Heroica» a los de «Muy Noble y Muy Leal» que ya ostentaba.
La crisis de la industria textil provoco que de los 80 telares existentes en 1735, solo quedaban 22 en 1763.
El arcediano y posteriormente obispo D. Antonio Palafox, decidió impulsar la industria textil pero su intento resultó infructuoso por la prohibición de Carlos IV de abrir talleres textiles, con el fin de evitar la competencia con la Real Fábrica de Tapices.
Durante el siglo XIX se conformó urbanísticamente la ciudad actual, convirtiendo a la calle Alfonso VIII en la principal vía que comunicaba con la Plaza Mayor. Sin embargo, las convulsiones políticas del periodo hicieron que la ciudad se mantuviera en un estado precario hasta bien entrado el siglo XX.
En la Guerra de la Independencia la ciudad resultó muy afectada por las tropas invasoras siendo saqueada más de nueve veces, y la población resulto diezmada.
Tras la Guerra de la Independencia en el siglo XIX, fue lugar de correrías del famoso guerrillero el Brigadier Francisco Abad Moreno “El Chaleco” y Juan Martin “El Empecinado”quienes dirigían su partida de patriotas y fue el azote de los invasores franceses por sus acciones bélicas en la comarca de La Mancha.
En 1833 tras la nueva división administrativa de los reinos de España por Javier de Burgos se convirtió en la capital de la nueva provincia de Cuenca.
Las Cortes de Cádiz suprimían los Señoríos jurisdiccionales mediante el Decreto del 6 de julio de 1811, pero una vez derrotados los franceses y expulsados de España, los avatares políticos (vuelta al absolutismo) hicieron frenar las reivindicaciones de los ayuntamientos de recuperar la plena jurisdicción sobre el territorio del municipio y sería en 1834, cuando tras la introducción del régimen liberal, definitivamente queda abolido el régimen señorial.
A lo largo del siglo XIX, durante la vigencia de los distintos gobiernos liberales se van a producir las “desamortizaciones” que es un proceso de expropiación o nacionalización de las propiedades de la Iglesia en concepto de venta de los llamadas “manos muertas”, nombre que recibieron las instituciones como la Iglesia y los Consejos que no podían vender sus tierras.
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
Durante la iniciación de la Primera Guerra Carlista, hubo varias tentativas de ataque a la ciudad. En la Segunda Guerra Carlista no tuvo ninguna repercusión en la ciudad, mientras que durante la Tercera fue objeto de saqueo dos veces. Durante el segundo ataque, acaecido en 1874, fue el más cruento de todos y ardió gran parte de la ciudad y la batalla de saldó con 300 muertos, 40 de ellos civiles, y 700 heridos.
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
En 1883 se instalaría la estación de ferrocarril desde Aranjuez y debido a la instalación de unas pocas serrerías ayudó a la recuperación económica, provocando un incremento demográfico de la ciudad que se elevo a los 10.000 habitantes en 1900.
A lo largo del siglo XIX, se consolida como villa importante y tras el incremento demográfico, se produce una expansión en las actividades productivas, especialmente la segunda mitad del siglo XIX.
Si ya a finales del siglo XIX la parte alta de la ciudad deja de ser el centro económico y social, desplazándose este a la ciudad nueva a la calle Carretería y este cambio se ve intensificado a medida que avanza el siglo XX.
Se remodela el plan urbanístico de la ciudad y se construye el parque de San Julián sobre las antiguas huertas del Huécar y aumentan en amplitud tanto este barrio como los de San Antón y de Tiradores. El dinamismo económico que se incremento a principios de siglo XX promovió la aparición de algunas industrias modernas y, por tanto, los problemas sociales que provocaron la emergencia de movimientos obreros y socialistas en la ciudad.
El 17 de julio de 1931, días después de proclamarse la Segunda República se constituyó el nuevo ayuntamiento.

Julio Reyes Rubio