- SANTORAL - ONOMÁSTICA -
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SANTORAL 23 de Junio: El Inmaculado Corazón de María; San José Cafasso, santas Agripina, Ediltrudis y Ethel.
ONOMÁSTICA EL NOMBRE DEL DIA
PALMIRA
Es la forma griega del nombre de una ciudad que fue el centro de un gran imperio que floreció en Asia Menor. Hace referencia al palmeral y es traducción del nombre semítico original: Tamara o Támara (de Tadmor o Tudmur), cuyo significado es asimismo "terreno poblado de palmas" o "racimo de dátiles". El origen común de todas estas variedades es tamr, que signifíca "racimo de dátiles". En tierra de palmeras, es pues el fruto, el dátil, el que da nombre al árbol. Es ahí donde está el núcleo de este bello nombre.
No hace mucho que se está poniendo este nombre a las niñas. Eso empezó a principios del siglo XIX. Lo propio era imponer a los niños el nombre de algún santo; y el solo hecho de llevar un nombre que no fuese de santo, era todo un indicio de la valentía de los padres, de su condición de librepensadores, que se atrevían a retar al sistema vigente de valores.
Fue en efecto la obra del inglés Wolney, Las Ruinas de Palmira, editada por primera vez en Londres 1807, la responsable del prestigio de este nombre exótico. Es que la obra era todo un reto al sistema de creencias de la época, tanto que el Vaticano la incluyó en el Índice de Libros prohibidos en 1846, a la vista de su gran difusión en inglés, alemán, francés, español, portugués e italiano. La novedad consistía en que ponía en el mismo plano a la religión católica y a las demás religiones, sirviendo de escenario las ruinas del otrora poderoso imperio de Palmira, cuyos dioses tuvieron tanto poder… pero cayeron.
Palmira es lo que queda de una bella y poderosa ciudad situada en la base de una cadena de colinas (400 m de altura) abundantes en yeso, en el camino de Damasco a Bagdad. Fue el puente entre Oriente y Occidente para el comercio de la seda. Se tienen razonables dudas acerca de si podría tratarse de la Tamar fundada por Salomón en el desierto. Porque la ciudad es una especie de gran oasis que surge poderoso, abundante en agua y en palmeras, en medio del desierto. La imagen es ciertamente evocadora.
Se tiene noticias de su poderío en los principios de nuestra era. En el año 41 Antonio, el amante de Cleopatra, trató inútilmente de conquistarla. Palmira resistió también los ataques del emperador Trajano, aunque al precio de una ruina considerable. Al final cayó en poder de los romanos, pero éstos la respetaron como un símbolo. Estaban seducidos por la bella Palmira.
El emperador Adriano reparó los males que había hecho en ella su antecesor, y le dio su nombre. Caracalla le concedió el ius itálicum. El siglo III de nuestra era marcó el momento culminante de su esplendor. Palmira era un protectorado de Roma, con sus propias instituciones y con su propio senado. El título de la máxima magistratura de Palmira era el de rey de reyes. A los romanos les pareció bien. Estaban tan seducidos por Palmira y su singular cultura, como lo estuvieron por Grecia. Palmira fue una buena aliada de Roma, por lo que sin perder esta condición pudo extender sus dominios hasta Armenia, Cilicia, Capadocia, Siria y Arabia.
A partir de 267 la reina Zenobia es el gran personaje que llena el mejor momento de Palmira, como Cleopatra en Egipto. En 272 el emperador Aureliano marcha contra Palmira. En 273 cae prisionera Zenobia. Ahí empezó su decadencia. Ya nunca volvió a ser lo que había llegado a ser. Palmira junto con Zenobia, fue y es mucho nombre. Un oasis en el desierto.
Mariano Arnal Copyright EL ALMANAQUE todos los derechos reservados https://www. elalmanaque. com/santoral/
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ONOMÁSTICA EL NOMBRE DEL DIA
PALMIRA
Es la forma griega del nombre de una ciudad que fue el centro de un gran imperio que floreció en Asia Menor. Hace referencia al palmeral y es traducción del nombre semítico original: Tamara o Támara (de Tadmor o Tudmur), cuyo significado es asimismo "terreno poblado de palmas" o "racimo de dátiles". El origen común de todas estas variedades es tamr, que signifíca "racimo de dátiles". En tierra de palmeras, es pues el fruto, el dátil, el que da nombre al árbol. Es ahí donde está el núcleo de este bello nombre.
No hace mucho que se está poniendo este nombre a las niñas. Eso empezó a principios del siglo XIX. Lo propio era imponer a los niños el nombre de algún santo; y el solo hecho de llevar un nombre que no fuese de santo, era todo un indicio de la valentía de los padres, de su condición de librepensadores, que se atrevían a retar al sistema vigente de valores.
Fue en efecto la obra del inglés Wolney, Las Ruinas de Palmira, editada por primera vez en Londres 1807, la responsable del prestigio de este nombre exótico. Es que la obra era todo un reto al sistema de creencias de la época, tanto que el Vaticano la incluyó en el Índice de Libros prohibidos en 1846, a la vista de su gran difusión en inglés, alemán, francés, español, portugués e italiano. La novedad consistía en que ponía en el mismo plano a la religión católica y a las demás religiones, sirviendo de escenario las ruinas del otrora poderoso imperio de Palmira, cuyos dioses tuvieron tanto poder… pero cayeron.
Palmira es lo que queda de una bella y poderosa ciudad situada en la base de una cadena de colinas (400 m de altura) abundantes en yeso, en el camino de Damasco a Bagdad. Fue el puente entre Oriente y Occidente para el comercio de la seda. Se tienen razonables dudas acerca de si podría tratarse de la Tamar fundada por Salomón en el desierto. Porque la ciudad es una especie de gran oasis que surge poderoso, abundante en agua y en palmeras, en medio del desierto. La imagen es ciertamente evocadora.
Se tiene noticias de su poderío en los principios de nuestra era. En el año 41 Antonio, el amante de Cleopatra, trató inútilmente de conquistarla. Palmira resistió también los ataques del emperador Trajano, aunque al precio de una ruina considerable. Al final cayó en poder de los romanos, pero éstos la respetaron como un símbolo. Estaban seducidos por la bella Palmira.
El emperador Adriano reparó los males que había hecho en ella su antecesor, y le dio su nombre. Caracalla le concedió el ius itálicum. El siglo III de nuestra era marcó el momento culminante de su esplendor. Palmira era un protectorado de Roma, con sus propias instituciones y con su propio senado. El título de la máxima magistratura de Palmira era el de rey de reyes. A los romanos les pareció bien. Estaban tan seducidos por Palmira y su singular cultura, como lo estuvieron por Grecia. Palmira fue una buena aliada de Roma, por lo que sin perder esta condición pudo extender sus dominios hasta Armenia, Cilicia, Capadocia, Siria y Arabia.
A partir de 267 la reina Zenobia es el gran personaje que llena el mejor momento de Palmira, como Cleopatra en Egipto. En 272 el emperador Aureliano marcha contra Palmira. En 273 cae prisionera Zenobia. Ahí empezó su decadencia. Ya nunca volvió a ser lo que había llegado a ser. Palmira junto con Zenobia, fue y es mucho nombre. Un oasis en el desierto.
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