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Posiblemente, desde la consolidación del municipio malagueño se hicieron fiestas en honor de los Santos Ciriaco y Paula. La primera noticia data de 1507, año en el que se acordó por la Ciudad llevar en solemne procesión a los patronos a su iglesia parroquial desde la Iglesia Mayor o Catedral, y que en su víspera hubiese función de toros, cañas y parejas. En 1580 se colocaron en la capilla mayor de la Catedral ocho estatuas de cuerpo entero sobre la cornisa y, entre ellas estaban representadas las de Ciriaco y Paula, recordando a los malagueños sus Martiricos. En 1581 se dejó sentir un fuerte terremoto cuando el obispo Pacheco se encontraba reunido con su cabildo en la iglesia de los Santos Mártires, según el Padre Morejón. Apenas hubo que lamentar pérdidas por lo que ambos Cabildos, el civil y el eclesiástico, decidieron el 16 de junio de 1582 hacer un voto solemne y declarar día festivo con obligación de oír misa el 18 de junio, día de los Santos Mártires, en la ciudad y sus arrabales. En el mismo cabildo la Ciudad acordó mandar labrar dos estatuas de plata para que fueran sacadas en procesión en el día de su fiesta. Estas imágenes, donadas por el Cabildo municipal, fueron procesionadas por primera vez el 18 de junio de 1604, por los caballeros regidores, realizando un recorrido desde la Catedral a la parroquia por las principales calles de la ciudad, acompañados por el cabildo catedralicio, los religiosos de los conventos malagueños, las hermandades y cofradías, y una multitud de fieles alumbrando a los patronos. Igualmente se propuso en el Cabildo municipal la fundación de una cofradía, con sus correspondientes Constituciones, para ayudar con sus limosnas a los presos de la cárcel.
El obispo don Juan Alonso de Moscoso López, funda en 1623 el Colegio Mayor de San Ciriaco y Santa Paula en Alcalá de Henares para que los jóvenes malagueños sin recursos pudiesen cursar estudios universitarios. Al Colegio se le conoce como el Colegio de Málaga y para su fábrica y conservación el obispo aportó más de sesenta mil ducados. Las obras finalizaron en 1673.
En los años 1635 y 1661, catástrofes climatológicas provocaron las inundaciones del río Guadalmedina, sembrando la desolación en la ciudad, por lo cual la fiesta de los Santos Mártires no tuvo el realce de otros años. En 1637, 1648 y 1678 fueron las epidemias las que contribuyeron a diezmar la población malagueña, por lo que se restringieron las manifestaciones religiosas. En el año 1680 un fuerte terremoto se abatió sobre Málaga. Cerca de 850 casas se derrumbaron y perecieron 70 vecinos.
En 1673 al ponerse el escudo con las armas reales y una larga inscripción sobre la parte oriental de la muralla árabe, se colocó debajo del escudo y en medio de otros dos, un gran medallón de alabastro, hoy algo gastado, donde se observan las imágenes de los titulares de la ciudad. Los Mártires Ciriaco y Paula, se representan atados a los troncos de unas palmas que los cobijan con sus copas, tal y como debieron de estar en el trance de su martirio.
Cuando a mediados del siglo XVIII se reanudan las obras de las tres puertas principales de la fachada de la Catedral, estas se diseñaron de la siguiente manera: “Sobre la central y sobre la cornisa, un medallón que debía representar el tema de la Encarnación, mientras que en los medallones colaterales estarían representados los Santos Mártires Ciriaco y Paula, nuestros Patronos”.
Y así se puede apreciar hoy en día perpetuando así la devoción ciudadana en su principal monumento. Sobre las puertas laterales, en un altorrelieve de mármol blanco, dentro de los medallones ovalados, figuran Ciriaco y Paula. Nadie podía sospechar que en el mes de noviembre de 1755 un nuevo movimiento sísmico sacudiría la ciudad causando víctimas entre los escombros de los edificios derrumbados. La catástrofe se podía haber cobrado más víctimas por lo que se organizó una procesión en reconocimiento de la:
“Intercesión de la Virgen, al constante patrocinio de nuestros insignes patronos, los gloriosos San Ciriaco y Santa Paula, naturales que fueron de esta ciudad, donde dieron la vida gloriosamente por la fe, a los golpes de las durísimas piedras”.
Como consecuencia de este terremoto, la iglesia parroquial de los Santos Mártires quedó seriamente dañada, por lo que fue necesaria una reconstrucción del templo, que finalizó en el año 1777. El 5 de febrero de 1810 entraron los franceses en Málaga y arrebataron a los malagueños las dos estatuas de los Santos Patronos debido a su precioso metal. Fue preciso tallar otras efigies de los Patronos que, a partir de esas fechas se procesionaban a la capilla de Martiricos en romería, organizándose tras la misa y su correspondiente sermón, una merienda de hermandad. En el año 1889 la inestabilidad política obligó a suprimir esta procesión.
La memoria de los Santos Ciriaco y Paula ha permanecido inalterable en la ciudad durante diecisiete siglos y buena prueba de ello son su amplia presencia en el callejero de la ciudad:
En el centro, tenemos la denominada Plaza de los Mártires Ciriaco y Paula, y la calle Mártires junto al templo parroquial de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Muy cerca, además, está la calle Santos, también dedicada a los Patronos, recogiendo la tradición que afirmaba que los jóvenes Santos se conocieron en una panadería situada en esa vía, en la que trabajaban ambos.
Fuera del centro tenemos el Paseo de Martiricos, junto al río Guadalmedina y que guarda la tradición del lugar del martirio. En el barrio de Ciudad Jardín nos encontramos con la calle San Ciriaco y calle Santa Paula.
La Barriada de Santa Paula, amplia zona residencial de gran proyección, también está dedicada a nuestra patrona, con unos jardines también dedicados a nuestros Patronos.
Posiblemente, desde la consolidación del municipio malagueño se hicieron fiestas en honor de los Santos Ciriaco y Paula. La primera noticia data de 1507, año en el que se acordó por la Ciudad llevar en solemne procesión a los patronos a su iglesia parroquial desde la Iglesia Mayor o Catedral, y que en su víspera hubiese función de toros, cañas y parejas. En 1580 se colocaron en la capilla mayor de la Catedral ocho estatuas de cuerpo entero sobre la cornisa y, entre ellas estaban representadas las de Ciriaco y Paula, recordando a los malagueños sus Martiricos. En 1581 se dejó sentir un fuerte terremoto cuando el obispo Pacheco se encontraba reunido con su cabildo en la iglesia de los Santos Mártires, según el Padre Morejón. Apenas hubo que lamentar pérdidas por lo que ambos Cabildos, el civil y el eclesiástico, decidieron el 16 de junio de 1582 hacer un voto solemne y declarar día festivo con obligación de oír misa el 18 de junio, día de los Santos Mártires, en la ciudad y sus arrabales. En el mismo cabildo la Ciudad acordó mandar labrar dos estatuas de plata para que fueran sacadas en procesión en el día de su fiesta. Estas imágenes, donadas por el Cabildo municipal, fueron procesionadas por primera vez el 18 de junio de 1604, por los caballeros regidores, realizando un recorrido desde la Catedral a la parroquia por las principales calles de la ciudad, acompañados por el cabildo catedralicio, los religiosos de los conventos malagueños, las hermandades y cofradías, y una multitud de fieles alumbrando a los patronos. Igualmente se propuso en el Cabildo municipal la fundación de una cofradía, con sus correspondientes Constituciones, para ayudar con sus limosnas a los presos de la cárcel.
El obispo don Juan Alonso de Moscoso López, funda en 1623 el Colegio Mayor de San Ciriaco y Santa Paula en Alcalá de Henares para que los jóvenes malagueños sin recursos pudiesen cursar estudios universitarios. Al Colegio se le conoce como el Colegio de Málaga y para su fábrica y conservación el obispo aportó más de sesenta mil ducados. Las obras finalizaron en 1673.
En los años 1635 y 1661, catástrofes climatológicas provocaron las inundaciones del río Guadalmedina, sembrando la desolación en la ciudad, por lo cual la fiesta de los Santos Mártires no tuvo el realce de otros años. En 1637, 1648 y 1678 fueron las epidemias las que contribuyeron a diezmar la población malagueña, por lo que se restringieron las manifestaciones religiosas. En el año 1680 un fuerte terremoto se abatió sobre Málaga. Cerca de 850 casas se derrumbaron y perecieron 70 vecinos.
En 1673 al ponerse el escudo con las armas reales y una larga inscripción sobre la parte oriental de la muralla árabe, se colocó debajo del escudo y en medio de otros dos, un gran medallón de alabastro, hoy algo gastado, donde se observan las imágenes de los titulares de la ciudad. Los Mártires Ciriaco y Paula, se representan atados a los troncos de unas palmas que los cobijan con sus copas, tal y como debieron de estar en el trance de su martirio.
Cuando a mediados del siglo XVIII se reanudan las obras de las tres puertas principales de la fachada de la Catedral, estas se diseñaron de la siguiente manera: “Sobre la central y sobre la cornisa, un medallón que debía representar el tema de la Encarnación, mientras que en los medallones colaterales estarían representados los Santos Mártires Ciriaco y Paula, nuestros Patronos”.
Y así se puede apreciar hoy en día perpetuando así la devoción ciudadana en su principal monumento. Sobre las puertas laterales, en un altorrelieve de mármol blanco, dentro de los medallones ovalados, figuran Ciriaco y Paula. Nadie podía sospechar que en el mes de noviembre de 1755 un nuevo movimiento sísmico sacudiría la ciudad causando víctimas entre los escombros de los edificios derrumbados. La catástrofe se podía haber cobrado más víctimas por lo que se organizó una procesión en reconocimiento de la:
“Intercesión de la Virgen, al constante patrocinio de nuestros insignes patronos, los gloriosos San Ciriaco y Santa Paula, naturales que fueron de esta ciudad, donde dieron la vida gloriosamente por la fe, a los golpes de las durísimas piedras”.
Como consecuencia de este terremoto, la iglesia parroquial de los Santos Mártires quedó seriamente dañada, por lo que fue necesaria una reconstrucción del templo, que finalizó en el año 1777. El 5 de febrero de 1810 entraron los franceses en Málaga y arrebataron a los malagueños las dos estatuas de los Santos Patronos debido a su precioso metal. Fue preciso tallar otras efigies de los Patronos que, a partir de esas fechas se procesionaban a la capilla de Martiricos en romería, organizándose tras la misa y su correspondiente sermón, una merienda de hermandad. En el año 1889 la inestabilidad política obligó a suprimir esta procesión.
La memoria de los Santos Ciriaco y Paula ha permanecido inalterable en la ciudad durante diecisiete siglos y buena prueba de ello son su amplia presencia en el callejero de la ciudad:
En el centro, tenemos la denominada Plaza de los Mártires Ciriaco y Paula, y la calle Mártires junto al templo parroquial de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Muy cerca, además, está la calle Santos, también dedicada a los Patronos, recogiendo la tradición que afirmaba que los jóvenes Santos se conocieron en una panadería situada en esa vía, en la que trabajaban ambos.
Fuera del centro tenemos el Paseo de Martiricos, junto al río Guadalmedina y que guarda la tradición del lugar del martirio. En el barrio de Ciudad Jardín nos encontramos con la calle San Ciriaco y calle Santa Paula.
La Barriada de Santa Paula, amplia zona residencial de gran proyección, también está dedicada a nuestra patrona, con unos jardines también dedicados a nuestros Patronos.