Los Hermanos Maristas
Artículo principal: Congregación de los Hermanos Maristas
El 12 de agosto de 1816 Champagnat fue nombrado vicario parroquial de La Valla-en-Gier, una localidad de unos 2.000 habitantes dispersos en múltiples y lejanas aldeas por las faldas de la cordillera del Pilat, en el Macizo Central. Inició oficialmente su apostolado el día 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María. Pronto transformó totalmente la parroquia. Entre otras actividades, predicaba, visitaba a los enfermos aun de las aldeas más alejadas, daba catequesis a los niños, implantó la práctica del mes de María, distribuía libros para extender las buenas lecturas y combatía el trabajo en domingo.
El 28 de octubre, en la alejada aldea de Les Palais, asistió en su lecho de muerte al joven de 16 años Jean Baptiste Montagne. Entonces se dio cuenta de que Jean Bautiste nunca había oído hablar de Dios. Al día siguiente regresó para hablarle sobre Él, pero descubre el joven ya había fallecido. Esto lo impulsó a poner en práctica de inmediato su proyecto de Hermanos para la educación infantil. Comenzó enseñándole a leer a un ex granadero del ejército de Napoleón, Jean Marie Granjon, de 23 años. Al poco tiempo se unió Jean Baptiste Audras, de 15 años, y el P. Marcelino los instaló en una casa alquilada y luego comprada con la ayuda del P. Courveille. Éste, vicario parroquial en Rive-de-Gier, a pocos km de La Valla, lo visitaba con frecuencia, de acuerdo con la promesa de Fourvière.
El 2 de enero de 1817 nació la congregación de los Fréres Maristes. Champagnat les dio el nombre de Hermanitos de María (Petits Fréres de Marie) o Hermanos Maristas en honor a la Stma. Virgen, en quien había depositado toda su confianza. En noviembre de 1818 fundó la primera escuela en su pueblo natal, Marlhes, y al año siguiente en su parroquia, La Valla. En adelante, los pedidos de nuevas fundaciones se hicieron tan perentorios que en un lapso de 22 años dejó a su muerte 43 escuelas fundadas donde se educaron unos 7000 alumnos. En el mismo lapso, Champagnat dejó 280 Hermanos, más 49 que ya habían fallecido y 92 que se habían retirado.
Decía que "para educar hay que amar", lo que se convirtió en el lema de los educadores Maristas en todo el mundo.
Artículo principal: Congregación de los Hermanos Maristas
El 12 de agosto de 1816 Champagnat fue nombrado vicario parroquial de La Valla-en-Gier, una localidad de unos 2.000 habitantes dispersos en múltiples y lejanas aldeas por las faldas de la cordillera del Pilat, en el Macizo Central. Inició oficialmente su apostolado el día 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María. Pronto transformó totalmente la parroquia. Entre otras actividades, predicaba, visitaba a los enfermos aun de las aldeas más alejadas, daba catequesis a los niños, implantó la práctica del mes de María, distribuía libros para extender las buenas lecturas y combatía el trabajo en domingo.
El 28 de octubre, en la alejada aldea de Les Palais, asistió en su lecho de muerte al joven de 16 años Jean Baptiste Montagne. Entonces se dio cuenta de que Jean Bautiste nunca había oído hablar de Dios. Al día siguiente regresó para hablarle sobre Él, pero descubre el joven ya había fallecido. Esto lo impulsó a poner en práctica de inmediato su proyecto de Hermanos para la educación infantil. Comenzó enseñándole a leer a un ex granadero del ejército de Napoleón, Jean Marie Granjon, de 23 años. Al poco tiempo se unió Jean Baptiste Audras, de 15 años, y el P. Marcelino los instaló en una casa alquilada y luego comprada con la ayuda del P. Courveille. Éste, vicario parroquial en Rive-de-Gier, a pocos km de La Valla, lo visitaba con frecuencia, de acuerdo con la promesa de Fourvière.
El 2 de enero de 1817 nació la congregación de los Fréres Maristes. Champagnat les dio el nombre de Hermanitos de María (Petits Fréres de Marie) o Hermanos Maristas en honor a la Stma. Virgen, en quien había depositado toda su confianza. En noviembre de 1818 fundó la primera escuela en su pueblo natal, Marlhes, y al año siguiente en su parroquia, La Valla. En adelante, los pedidos de nuevas fundaciones se hicieron tan perentorios que en un lapso de 22 años dejó a su muerte 43 escuelas fundadas donde se educaron unos 7000 alumnos. En el mismo lapso, Champagnat dejó 280 Hermanos, más 49 que ya habían fallecido y 92 que se habían retirado.
Decía que "para educar hay que amar", lo que se convirtió en el lema de los educadores Maristas en todo el mundo.