La praxis cristiana
Véase también: Liturgia en la Iglesia Primitiva
Los escritos de Justino aportan testimonios muy valiosos para comprender distintos aspectos prácticos de la comunidad cristiana en el II siglo. Concibe a la Iglesia como una sociedad sobrenatural fundada por los apóstoles en nombre de Cristo. Él no se percibe fundador o innovador de doctrina, sino que participa de la vida cristiana de su siglo como evolución natural de la actividad de los apóstoles del siglo I. Al contrario, considera que los pensamientos novedosos son de hecho herejías no heredadas de una era anterior. Señala en particular que los grupos heterodoxos llevan el nombre de su fundador (Valentinianos, Basilideanos, Marcionistas), mientras que el resto de la Iglesia no lleva el nombre de ningún fundador humano.
Se destaca su testimonio acerca de la liturgia primitiva y sus exposiciones acerca de la oración, el bautismo y la eucaristía. Estos ritos aparecen como una superación de los ritos paganos y como ápice de la vida cristiana. Acerca del bautismo, Justino resalta su relación con la remisión de los pecados. Acerca de la eucaristía, en los capítulos 65 a 67 de su Apología Justino explica los detalles del rito, en particular, afirma la unión del Logos con los elementos del pan y el vino tal que se transformen en la carne y la sangre del Logos encarnado.
En lo que respecta al canon de la Biblia, Justino hace citas del antiguo testamento en la versión griega llamada Septuaginta, y relata la vida de Cristo en concordancia con los Evangelios sinópticos. Muestra haber leído el Evangelio de Juan, aunque no lo cita textualmente, y tiene en gran estima las profecías del Apocalipsis. También se hace eco de las Epístolas del Nuevo Testamento. La sobriedad de sus descripciones contrasta fuertemente con los evangelios apócrifos que desarrollan toda clase de detalles novedosos o extravagantes y comienzan a ser escritos en esta época.
Véase también: Liturgia en la Iglesia Primitiva
Los escritos de Justino aportan testimonios muy valiosos para comprender distintos aspectos prácticos de la comunidad cristiana en el II siglo. Concibe a la Iglesia como una sociedad sobrenatural fundada por los apóstoles en nombre de Cristo. Él no se percibe fundador o innovador de doctrina, sino que participa de la vida cristiana de su siglo como evolución natural de la actividad de los apóstoles del siglo I. Al contrario, considera que los pensamientos novedosos son de hecho herejías no heredadas de una era anterior. Señala en particular que los grupos heterodoxos llevan el nombre de su fundador (Valentinianos, Basilideanos, Marcionistas), mientras que el resto de la Iglesia no lleva el nombre de ningún fundador humano.
Se destaca su testimonio acerca de la liturgia primitiva y sus exposiciones acerca de la oración, el bautismo y la eucaristía. Estos ritos aparecen como una superación de los ritos paganos y como ápice de la vida cristiana. Acerca del bautismo, Justino resalta su relación con la remisión de los pecados. Acerca de la eucaristía, en los capítulos 65 a 67 de su Apología Justino explica los detalles del rito, en particular, afirma la unión del Logos con los elementos del pan y el vino tal que se transformen en la carne y la sangre del Logos encarnado.
En lo que respecta al canon de la Biblia, Justino hace citas del antiguo testamento en la versión griega llamada Septuaginta, y relata la vida de Cristo en concordancia con los Evangelios sinópticos. Muestra haber leído el Evangelio de Juan, aunque no lo cita textualmente, y tiene en gran estima las profecías del Apocalipsis. También se hace eco de las Epístolas del Nuevo Testamento. La sobriedad de sus descripciones contrasta fuertemente con los evangelios apócrifos que desarrollan toda clase de detalles novedosos o extravagantes y comienzan a ser escritos en esta época.