Dios y el hombre
La antropología del autor muestra influjos significativos de su formación platónica. Considera que el hombre cuenta con un cuerpo material, con un alma que es la fuente de su personalidad, y con un elemento divino: un fragmento del Logos que le permite razonar y conocer la Verdad. Esto lo asemeja al pensamiento tradicional cristiano que separa al hombre en cuerpo, alma y espíritu. Justino postula un alma a la vez creada e inmortal, en contraposición con la teoría platónica de la existencia del alma desde la eternidad antes de nacer y la teoría aristotélica de su destrucción al momento de la muerte. Además Justino pregona el libre albedrío como fuente necesaria de la moralidad.
Sus conceptos antropológicos se vierten en la manera de describir la encarnación de Cristo: le describe como un verdadero ser humano además de ser realmente el Logos; sin embargo, su desarrollo no es profundo ni sistemático, y en comparación con teólogos de épocas posteriores su tratamiento del tema puede parecer algo superficial.
Con respecto a la redención, Justino lo trata como un tema de fe más que de filosofía. Si bien adhiere a la doctrina religiosa del pecado de Adán y de que todo hombre sea capaz de deificación, sus conceptos filosóficos se centran en Cristo como Maestro y fuente de conocimiento. Por eso sus premisas filosóficas no pueden desarrollar profundamente una teoría de la redención. Sin embargo, afirma en repetidas ocasiones que Cristo salva al género humano por su muerte en la Cruz y su resurrección: esta afirmación sólo puede haberla recibido desde la Fe de la Iglesia primitiva, más que de la filosofía.
Acerca del fin de los tiempos, Justino presenta la idea de una Segunda Venida de Cristo. No hace predicciones puntuales de cuándo va a suceder, ni se muestra ansioso. Afirma además las creencias cristianas de la resurrección de los muertos y el juicio final; aunque da referencias contradictorias sobre el milenarismo: si bien profesa la creencia mayoritaria de un reino de mil años de Cristo con los santos sobre la Tierra, reconoce que algunos cristianos piadosos no comparten esa idea.
La antropología del autor muestra influjos significativos de su formación platónica. Considera que el hombre cuenta con un cuerpo material, con un alma que es la fuente de su personalidad, y con un elemento divino: un fragmento del Logos que le permite razonar y conocer la Verdad. Esto lo asemeja al pensamiento tradicional cristiano que separa al hombre en cuerpo, alma y espíritu. Justino postula un alma a la vez creada e inmortal, en contraposición con la teoría platónica de la existencia del alma desde la eternidad antes de nacer y la teoría aristotélica de su destrucción al momento de la muerte. Además Justino pregona el libre albedrío como fuente necesaria de la moralidad.
Sus conceptos antropológicos se vierten en la manera de describir la encarnación de Cristo: le describe como un verdadero ser humano además de ser realmente el Logos; sin embargo, su desarrollo no es profundo ni sistemático, y en comparación con teólogos de épocas posteriores su tratamiento del tema puede parecer algo superficial.
Con respecto a la redención, Justino lo trata como un tema de fe más que de filosofía. Si bien adhiere a la doctrina religiosa del pecado de Adán y de que todo hombre sea capaz de deificación, sus conceptos filosóficos se centran en Cristo como Maestro y fuente de conocimiento. Por eso sus premisas filosóficas no pueden desarrollar profundamente una teoría de la redención. Sin embargo, afirma en repetidas ocasiones que Cristo salva al género humano por su muerte en la Cruz y su resurrección: esta afirmación sólo puede haberla recibido desde la Fe de la Iglesia primitiva, más que de la filosofía.
Acerca del fin de los tiempos, Justino presenta la idea de una Segunda Venida de Cristo. No hace predicciones puntuales de cuándo va a suceder, ni se muestra ansioso. Afirma además las creencias cristianas de la resurrección de los muertos y el juicio final; aunque da referencias contradictorias sobre el milenarismo: si bien profesa la creencia mayoritaria de un reino de mil años de Cristo con los santos sobre la Tierra, reconoce que algunos cristianos piadosos no comparten esa idea.