Propósito
La intención principal del autor era mostrar el crecimiento de la iglesia unida en toda Inglaterra. Los britanos nativos, cuya iglesia cristiana sobrevivió a la partida de los romanos, se ganaron la ira de Beda por negarse a ayudar a convertir a los sajones; al final de la Historia eclesiástica, los ingleses y su Iglesia son dominantes sobre los britanos. Este objetivo, de mostrar el movimiento hacia la unidad, explica la animosidad del autor hacia el método britano del cómputo de la Pascua: gran parte de la Historia eclesiástica está dedicada a un relato de la disputa, como la resolución final en el sínodo de Whitby en 664. También estuvo preocupado por mostrar la unidad de los ingleses, a pesar de los reinos dispares que aún existían cuando estaba escribiendo. También quería instruir al lector con ejemplos espirituales y entretener; para esto último agregó historias sobre muchos de los lugares y personas sobre las que escribió.
N. J. Higham argumentó que el autor había diseñado su trabajo con el fin de promover su agenda de reformas a Ceolwulf, rey de Northumbria. Beda dibujó una imagen muy optimista de la situación en la Iglesia, a diferencia de la más pesimista que se encuentra en sus cartas privadas. El uso extensivo de milagros podía resultar difícil para los lectores que lo consideraban un historiador más o menos confiable, pero no acogían la posibilidad de milagros. Sin embargo, la coexistencia de hechos y milagros reflejaba para el autor una integridad inseparable y un respeto por la precisión y la verdad, expresados en términos de eventos históricos y de una tradición de fe cristiana que continúa hasta la actualidad. Al igual que Gregorio I, a quien citó sobre este tema en la Historia eclesiástica, sentía que la fe provocada por los milagros era un trampolín hacia una más alta y verdadera y que, como resultado, tenían su lugar en una obra diseñada para instruir.
La intención principal del autor era mostrar el crecimiento de la iglesia unida en toda Inglaterra. Los britanos nativos, cuya iglesia cristiana sobrevivió a la partida de los romanos, se ganaron la ira de Beda por negarse a ayudar a convertir a los sajones; al final de la Historia eclesiástica, los ingleses y su Iglesia son dominantes sobre los britanos. Este objetivo, de mostrar el movimiento hacia la unidad, explica la animosidad del autor hacia el método britano del cómputo de la Pascua: gran parte de la Historia eclesiástica está dedicada a un relato de la disputa, como la resolución final en el sínodo de Whitby en 664. También estuvo preocupado por mostrar la unidad de los ingleses, a pesar de los reinos dispares que aún existían cuando estaba escribiendo. También quería instruir al lector con ejemplos espirituales y entretener; para esto último agregó historias sobre muchos de los lugares y personas sobre las que escribió.
N. J. Higham argumentó que el autor había diseñado su trabajo con el fin de promover su agenda de reformas a Ceolwulf, rey de Northumbria. Beda dibujó una imagen muy optimista de la situación en la Iglesia, a diferencia de la más pesimista que se encuentra en sus cartas privadas. El uso extensivo de milagros podía resultar difícil para los lectores que lo consideraban un historiador más o menos confiable, pero no acogían la posibilidad de milagros. Sin embargo, la coexistencia de hechos y milagros reflejaba para el autor una integridad inseparable y un respeto por la precisión y la verdad, expresados en términos de eventos históricos y de una tradición de fe cristiana que continúa hasta la actualidad. Al igual que Gregorio I, a quien citó sobre este tema en la Historia eclesiástica, sentía que la fe provocada por los milagros era un trampolín hacia una más alta y verdadera y que, como resultado, tenían su lugar en una obra diseñada para instruir.