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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Post mortem: canonización...

Post mortem: canonización

Tras la muerte de Isidro era creencia popular que fue enterrado en el cementerio de San Andrés, a pesar de que Relaciones topográficas de Felipe II no lo crean así. En 1504 al realizar un inventario de bienes se descubrió en la parroquia de San Andrés junto a su cuerpo incorrupto un arca mortuoria junto a un códice escrito en latín que describe la vida de Isidro así como la de algunos de sus milagros. Este códice, denominado de San Isidro, es conocido igualmente como Códice de Juan Diácono y es una de las únicas fuentes primarias sobre la vida de san Isidro. Tras pasar veinte años en el cementerio, la popularidad del Santo hizo que el párroco trasladara los restos de San Isidro al interior de la Iglesia. El descubrimiento de la tumba fue acompañada de un códice que estudia en profundidad Fidel Fita en el siglo XX.​

El encuentro de los restos de Isidro se realizó bajo el reinado de Alfonso X. La traducción de este códice al castellano se debe a Jaime de Bleda. Los restos encontrados en el arca mosayca de la parroquia de San Andrés contuvieron los restos de Isidro desde finales del siglo XIII hasta 1620. El arca fue sustuida por otra policromada con cobre y oro. Los escritores que definen la vida de Isidro se dividen claramente en dos tipos: los anteriores y los posteriores a su canonización. Entre los anteriores se encuentran; Alonso de Villegas, que considera a Isidro como un santo extravagante,[4]​ el regidor Juan Hurtado de Mendoza, Ambrosio de Morales, Juan López de Hoyos y Basilio Santoro. Lope de Vega, siendo coetáneo de la canonización de Isidro, fue estudioso de su vida. Los autores posteriores solo copian datos de los autores anteriores a la canonización. Un mismo milagro es descrito de forma distinta por unos y otros.

A partir de 1234 el papa Alejandro III se reservó el derecho a canonizar, pero los obispos siguieron confirmando la elevación a los altares de los nuevos personajes locales que villas y ciudades proclamaban como sus patronos sin que existiera, en la práctica, una oposición real de las jerarquías superiores hasta 1623 cuando, en plena Contrarreforma, el papado obtuvo el control de los santos, precisamente con Urbano VIII, que había canonizado a San Isidro un año antes.

El cuerpo se encontraba momificado y cubierto de un sudario en el interior de un arca nimiada, razón por la que se denomina con frecuencia que estaba apergaminado, amojamado. El arca descubierta en el siglo XVI data del último tercio del siglo XIII, o de la primera mitad del XIV. Está decorada con pinturas que representan a cuatro de los milagros descritos en el códice de San Isidro. Es de suponer que el quinto se encuentra descrito en la tapa deteriorada. La obra más antigua y conocida acerca de San Isidro, sobre la que se fundamentan todas las posteriores hagiografías, es el Códice de Juan Diácono, escrito en el año 1275. Se atribuyó a Juan Diácono, quien posiblemente fuera el franciscano Juan Gil de Zamora.​ Este códice fue reescrito e interpretado posteriormente por algunos autores: Alonso de Villegas y por Jaime Bleda.

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