Posición teológica
Aunque su teología estaba al inicio indefinida en fraseología, indudablemente tenía adhesión por la ortodoxia nicena. Aun cuando evitaba el debatible término homoússios (‘de la misma esencia’), expresó su sentido en muchos pasajes, que excluían por igual el patripasianismo (o sabelianismo) y la fórmula arriana de Hubo un tiempo en el que el Hijo no era. En otros puntos toma el terreno ordinario de los Padres Orientales, como en el énfasis que deja ver en el libre albedrío o αὐτεξούσιον (“aitexúsion”), así como su visión del pecado. Para él, el pecado es la consecuencia de la libertad, no una condición natural; el cuerpo no es la causa, sino el instrumento del pecado. El remedio para él es el arrepentimiento, en el cual insiste mucho.
Como muchos de los Padres Orientales, tiene una concepción esencialmente moralista del cristianismo. Su doctrina de la resurrección no es tan realista como la de los otros Padres; pero su concepción de Iglesia es decididamente empírica, a saber, la existente Iglesia Católica es la verdadera, pretendida por Cristo, el cumplimiento de la Iglesia del Antiguo Testamento. Su doctrina de la Eucaristía es notoria: si por momentos parece acercarse a la postura simbólica, en otras ocasiones se acerca mucho a una fuerte doctrina realista; el pan y el vino no son meros elementos, sino el cuerpo y la sangre de Cristo.
Aunque su teología estaba al inicio indefinida en fraseología, indudablemente tenía adhesión por la ortodoxia nicena. Aun cuando evitaba el debatible término homoússios (‘de la misma esencia’), expresó su sentido en muchos pasajes, que excluían por igual el patripasianismo (o sabelianismo) y la fórmula arriana de Hubo un tiempo en el que el Hijo no era. En otros puntos toma el terreno ordinario de los Padres Orientales, como en el énfasis que deja ver en el libre albedrío o αὐτεξούσιον (“aitexúsion”), así como su visión del pecado. Para él, el pecado es la consecuencia de la libertad, no una condición natural; el cuerpo no es la causa, sino el instrumento del pecado. El remedio para él es el arrepentimiento, en el cual insiste mucho.
Como muchos de los Padres Orientales, tiene una concepción esencialmente moralista del cristianismo. Su doctrina de la resurrección no es tan realista como la de los otros Padres; pero su concepción de Iglesia es decididamente empírica, a saber, la existente Iglesia Católica es la verdadera, pretendida por Cristo, el cumplimiento de la Iglesia del Antiguo Testamento. Su doctrina de la Eucaristía es notoria: si por momentos parece acercarse a la postura simbólica, en otras ocasiones se acerca mucho a una fuerte doctrina realista; el pan y el vino no son meros elementos, sino el cuerpo y la sangre de Cristo.