Margarita Occhiena
Artículo principal: Margarita Occhiena
La responsabilidad de la familia, y con ella el protagonismo en la formación de la infancia de Juan Bosco, recayó entonces en manos de su madre, Margarita, una mujer de un férreo carácter, una sólida devoción y una intensa fidelidad a su familia. No buscó un segundo matrimonio, sino que sola se dedicó a formar a sus tres hijos varones. Tras la Revolución, los franceses trataron de ocupar el Piamonte en contra del Imperio austríaco lo que hizo de este un campo de batallas e inestabilidad que terminaron en 1815, precisamente el año en que nació Juan. Estas guerras dejaron los campos devastados y una hambruna que se extendió desde 1816 hasta 1818 y que Margarita tuvo que enfrentar con sus hijos. La manera en que Margarita defendió a sus hijos en medio de la pobreza, y el espíritu de disciplina y devoción que les impartió, tuvieron mucho que ver en el futuro apostolado de don Bosco.
Su mayor preocupación fue instruir a los hijos en la religión, enseñarles a obedecer y ocuparlos en cosas propias de su edad. Desde muy pequeño, ella misma me enseñó las oraciones; apenas fui capaz de unirme a mis hermanos, me arrodillaba con ellos por la mañana y por la noche y, juntos, recitábamos las oraciones y la tercera parte del rosario. Recuerdo que me preparó para la primera confesión y me acompañó a la iglesia: comenzó por confesarse ella misma, me encomendó al confesor y, después, me ayudó a dar gracias.
Don Bosco (2011), Memorias del Oratorio de san Francisco de Sales de 1815 al 1855, p. 9
Otra situación que la madre de don Bosco afrontó fue la educación de Antonio, hijo de Francisco y de su primera esposa. Con la muerte de Francisco el niño quedó huérfano de padre y madre y a la caridad de su madrastra que, por fortuna, lo acogió como a un hijo y le dio la prioridad de hijo primogénito. Sin embargo, Antonio Bosco no superó completamente su orfandad y se mostró huraño dentro del contexto de la familia para oponerse con frecuencia a los sueños de Juan, su hermano menor.
Artículo principal: Margarita Occhiena
La responsabilidad de la familia, y con ella el protagonismo en la formación de la infancia de Juan Bosco, recayó entonces en manos de su madre, Margarita, una mujer de un férreo carácter, una sólida devoción y una intensa fidelidad a su familia. No buscó un segundo matrimonio, sino que sola se dedicó a formar a sus tres hijos varones. Tras la Revolución, los franceses trataron de ocupar el Piamonte en contra del Imperio austríaco lo que hizo de este un campo de batallas e inestabilidad que terminaron en 1815, precisamente el año en que nació Juan. Estas guerras dejaron los campos devastados y una hambruna que se extendió desde 1816 hasta 1818 y que Margarita tuvo que enfrentar con sus hijos. La manera en que Margarita defendió a sus hijos en medio de la pobreza, y el espíritu de disciplina y devoción que les impartió, tuvieron mucho que ver en el futuro apostolado de don Bosco.
Su mayor preocupación fue instruir a los hijos en la religión, enseñarles a obedecer y ocuparlos en cosas propias de su edad. Desde muy pequeño, ella misma me enseñó las oraciones; apenas fui capaz de unirme a mis hermanos, me arrodillaba con ellos por la mañana y por la noche y, juntos, recitábamos las oraciones y la tercera parte del rosario. Recuerdo que me preparó para la primera confesión y me acompañó a la iglesia: comenzó por confesarse ella misma, me encomendó al confesor y, después, me ayudó a dar gracias.
Don Bosco (2011), Memorias del Oratorio de san Francisco de Sales de 1815 al 1855, p. 9
Otra situación que la madre de don Bosco afrontó fue la educación de Antonio, hijo de Francisco y de su primera esposa. Con la muerte de Francisco el niño quedó huérfano de padre y madre y a la caridad de su madrastra que, por fortuna, lo acogió como a un hijo y le dio la prioridad de hijo primogénito. Sin embargo, Antonio Bosco no superó completamente su orfandad y se mostró huraño dentro del contexto de la familia para oponerse con frecuencia a los sueños de Juan, su hermano menor.