Turín
Como capital del Reino Piamonte-Cerdeña, Turín era una ciudad de enorme importancia y actividad política y económica durante el siglo XIX. Fue la capital del Reino de Italia bajo Víctor Manuel II y vivió una rápida época de transformaciones y renovación bajo Cavour a partir de 1850. Esta enorme importancia desde la ciudad piamontesa atraería a lo largo del siglo la emigración campesina y en especial de niños y jóvenes empobrecidos que terminaban contratados de manera irregular en fábricas, ya que el campo estaba empobrecido a causa de las guerras napoleónicas que agobiaron el Piamonte hasta principios del siglo. La Gaceta del agricultor describía la situación en 1848 en los siguientes términos:
Según se va por el campo, en las zonas alejadas de los centros de población, uno se queda asombrado ante el aspecto de los campesinos. En esta zona todos, hombres, mujeres y niños, están delgados, con escorbuto, parecen cansados, exhaustos por el hambre y por el exceso de trabajo.
Don Bosco llegó a Turín en 1841, año de su ordenación y justo en el momento en que la ciudad comenzaba su desarrollo industrial, como en muchos centros europeos y norteamericanos y en que emergían de forma más aguda las clases empobrecidas y, sobre todo, los jóvenes que venían de todas partes a las metrópolis como Turín, donde eran explotados y maltratados. Su figura llegó a ser con el tiempo emblemática en la ciudad piamontesa, sobre todo con el desarrollo de su obra en Valdocco.
Turín [...] atraía, del Piamonte y de la Lombardía, gran número de pobres niños y de jóvenes contratados por las empresas de construcción, en su mayoría frangollones, aprendices de albañiles, ayudantes de carpinteros, [...] quienes por su inexperiencia terminaban siendo explotados y negados en sus derechos y libertades. Pero eso no era todo, otra multitud de niños ociosos, abandonados por sus padres, o impulsados a ello por la mendicidad deambulaban cerca de las construcciones. En ese clima de miseria aparecieron antros de diversión barata como la taberna [...] Allí, los trabajadores pasaban sus horas libres de la tarde bebiendo vino barato y jugando. La embriaguez, la obscenidad y la violencia eran con frecuencia el resultado.
Como capital del Reino Piamonte-Cerdeña, Turín era una ciudad de enorme importancia y actividad política y económica durante el siglo XIX. Fue la capital del Reino de Italia bajo Víctor Manuel II y vivió una rápida época de transformaciones y renovación bajo Cavour a partir de 1850. Esta enorme importancia desde la ciudad piamontesa atraería a lo largo del siglo la emigración campesina y en especial de niños y jóvenes empobrecidos que terminaban contratados de manera irregular en fábricas, ya que el campo estaba empobrecido a causa de las guerras napoleónicas que agobiaron el Piamonte hasta principios del siglo. La Gaceta del agricultor describía la situación en 1848 en los siguientes términos:
Según se va por el campo, en las zonas alejadas de los centros de población, uno se queda asombrado ante el aspecto de los campesinos. En esta zona todos, hombres, mujeres y niños, están delgados, con escorbuto, parecen cansados, exhaustos por el hambre y por el exceso de trabajo.
Don Bosco llegó a Turín en 1841, año de su ordenación y justo en el momento en que la ciudad comenzaba su desarrollo industrial, como en muchos centros europeos y norteamericanos y en que emergían de forma más aguda las clases empobrecidas y, sobre todo, los jóvenes que venían de todas partes a las metrópolis como Turín, donde eran explotados y maltratados. Su figura llegó a ser con el tiempo emblemática en la ciudad piamontesa, sobre todo con el desarrollo de su obra en Valdocco.
Turín [...] atraía, del Piamonte y de la Lombardía, gran número de pobres niños y de jóvenes contratados por las empresas de construcción, en su mayoría frangollones, aprendices de albañiles, ayudantes de carpinteros, [...] quienes por su inexperiencia terminaban siendo explotados y negados en sus derechos y libertades. Pero eso no era todo, otra multitud de niños ociosos, abandonados por sus padres, o impulsados a ello por la mendicidad deambulaban cerca de las construcciones. En ese clima de miseria aparecieron antros de diversión barata como la taberna [...] Allí, los trabajadores pasaban sus horas libres de la tarde bebiendo vino barato y jugando. La embriaguez, la obscenidad y la violencia eran con frecuencia el resultado.