Epístolas paulinas
En las epístolas paulinas, la descripción de la experiencia de conversión de Pablo es breve. La Primera epístola a los corintios 9:1 y 15:3-8 describe a Pablo como habiendo visto a Cristo resucitado:
Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras, que se apareció a Cefas y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos han muerto. Luego se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles, y por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí.
1 Corintios 15:3-8, NVI
La Segunda Epístola a los Corintios también describe la experiencia de revelación de Pablo. En el versículo 1, la traducción NVI menciona "revelaciones del Señor", pero otras traducciones, incluida la NRSV, traducen esa frase como "revelaciones del Señor". El pasaje comienza con Pablo pareciendo hablar de otra persona, pero muy pronto deja claro que está hablando de sí mismo.
Es necesario jactarse; nada se gana con ello, pero pasaré a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a una persona en Cristo que hace catorce años fue arrebatada al tercer cielo; si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe. Y sé que tal persona -no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo; Dios lo sabe- fue arrebatada al Paraíso y oyó cosas que no deben contarse, que a ningún mortal le está permitido repetir. En nombre de esa persona me jactaré, pero en mi propio nombre no me jactaré, excepto de mis debilidades. Pero si quiero presumir, no seré un necio, pues diré la verdad. Pero me abstengo de ello, para que nadie piense mejor de mí de lo que se ve en mí o se oye de mí, aun considerando el carácter excepcional de las revelaciones. Por eso, para que no me exaltara demasiado, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás para atormentarme, a fin de que no me exaltara demasiado.
2 Corintios 12:1-7, NRSV
La Epístola a los Gálatas capítulo 1 también describe su conversión como una revelación divina, con la aparición de Jesús a Pablo.
Quiero que sepáis, hermanos y hermanas, que el Evangelio que he predicado no es de origen humano. No lo recibí de ningún hombre, ni me lo enseñaron; más bien, lo recibí por revelación de Jesucristo. Porque habéis oído hablar de mi anterior forma de vida en el judaísmo, de lo intensamente que perseguí a la Iglesia de Dios e intenté destruirla. [...] Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, se complació en revelar a su Hijo en mí para que lo predicara entre los gentiles, mi respuesta inmediata fue no consultar a ningún ser humano.
Gálatas 1:11–16, NIV
En las epístolas paulinas, la descripción de la experiencia de conversión de Pablo es breve. La Primera epístola a los corintios 9:1 y 15:3-8 describe a Pablo como habiendo visto a Cristo resucitado:
Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras, que se apareció a Cefas y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos han muerto. Luego se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles, y por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí.
1 Corintios 15:3-8, NVI
La Segunda Epístola a los Corintios también describe la experiencia de revelación de Pablo. En el versículo 1, la traducción NVI menciona "revelaciones del Señor", pero otras traducciones, incluida la NRSV, traducen esa frase como "revelaciones del Señor". El pasaje comienza con Pablo pareciendo hablar de otra persona, pero muy pronto deja claro que está hablando de sí mismo.
Es necesario jactarse; nada se gana con ello, pero pasaré a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a una persona en Cristo que hace catorce años fue arrebatada al tercer cielo; si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe. Y sé que tal persona -no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo; Dios lo sabe- fue arrebatada al Paraíso y oyó cosas que no deben contarse, que a ningún mortal le está permitido repetir. En nombre de esa persona me jactaré, pero en mi propio nombre no me jactaré, excepto de mis debilidades. Pero si quiero presumir, no seré un necio, pues diré la verdad. Pero me abstengo de ello, para que nadie piense mejor de mí de lo que se ve en mí o se oye de mí, aun considerando el carácter excepcional de las revelaciones. Por eso, para que no me exaltara demasiado, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás para atormentarme, a fin de que no me exaltara demasiado.
2 Corintios 12:1-7, NRSV
La Epístola a los Gálatas capítulo 1 también describe su conversión como una revelación divina, con la aparición de Jesús a Pablo.
Quiero que sepáis, hermanos y hermanas, que el Evangelio que he predicado no es de origen humano. No lo recibí de ningún hombre, ni me lo enseñaron; más bien, lo recibí por revelación de Jesucristo. Porque habéis oído hablar de mi anterior forma de vida en el judaísmo, de lo intensamente que perseguí a la Iglesia de Dios e intenté destruirla. [...] Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, se complació en revelar a su Hijo en mí para que lo predicara entre los gentiles, mi respuesta inmediata fue no consultar a ningún ser humano.
Gálatas 1:11–16, NIV