3 meses GRATIS

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Asesinato...

Asesinato

La tensión existente entre ambas partes imposibilitaba una salida satisfactoria y la catástrofe se veía venir. Dos frases del rey, exasperado, —« ¿no habrá nadie capaz de librarme de este cura turbulento?» y «es conveniente que Becket desaparezca»— (es posible que las frases fueran apócrifas; según la tradición fueron dichas en un ataque de ira), fueron interpretadas como una orden para cuatro caballeros anglonormandos, Reginald Fitzurse, Hugo de Morville, William de Tracy y Richard Brito quienes, de inmediato, proyectaron el asesinato del arzobispo, que llevaron a cabo el martes 29 de diciembre de 1170 en el atrio de la Catedral de Canterbury mientras asistía a vísperas con la comunidad monástica. Becket fue rodeado y los cuatro caballeros le asestaron varios tajos en la cabeza con sus espadas.​ Las crónicas de la época recogen que el arzobispo no opuso resistencia y que antes de ser rematado pronunció la siguiente frase: «Muero gustoso por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia católica».​

El asesinato de Becket conmocionó a toda la cristiandad. Fue reverenciado por los fieles de toda Europa, que lo consideraron un mártir. Fue canonizado por el papa Alejandro III apenas tres años después, en 1173.​ El 12 de julio de 1174, Enrique II tuvo que hacer penitencia públicamente ante la tumba de su enemigo, que se convirtió en uno de los lugares de peregrinaje más populares de Inglaterra, hasta que fue destruida durante la disolución de los monasterios (1538 a 1541). En 1220, los restos de Becket fueron trasladados desde su primera tumba, donde habían sido sepultados gracias a los esfuerzos de su sucesor, Ricardo de Dover, a un relicario en la recién terminada capilla de la Trinidad. El suelo sobre el que descansaba ese relicario es aún señalado con una vela encendida. Hoy día, los arzobispos celebran la Misa en este lugar para conmemorar el martirio de Becket y el traslado de su cuerpo a ese emplazamiento.