Elección y disputa
Dámaso juró nunca recibir a ningún otro papa mientras viviese Liberio (ya que el Emperador había nombrado a Félix II como antipapa). Cuando este fue desterrado por el emperador Constancio II a Berea, Tracia, en el 354, Dámaso era ya archidiácono de la iglesia romana y siguió a Liberio en el exilio. Sin embargo, pronto regresó a Roma, y fue nombrado su secretario4 formando parte así del gobierno de la Iglesia.
Tras la muerte de Liberio el 24 de septiembre de 366, fue elegido papa, el 1 de octubre del 366, a los 62 años de edad y consagrado por Lorenzo, obispo de San Lucina, en la Basílica de Lucina.
Sin embargo, un gran número de conservadores seguidores de Liberio lo rechazaron y escogieron a su diácono, Ursicinus (Ursicino), partidario del arrianismo de Milán, siendo consagrado de forma simultánea por Pablo, obispo de Tivoli, y apoyado por los diáconos y el laicado en general, mientras que otra facción, antes leal al antipapa Félix II, apoyaba a Dámaso, lo cual provocó a principios de octubre una pugna por el nombramiento del nuevo papa, llegándose incluso al derramamiento de sangre. Tal fue la violencia que los dos prefectos (praefecti) de la ciudad fueron llamados para restaurar el orden y condujeron a los simpatizantes de Ursicino a los suburbios y, según Ammianus Marcellinus, en la basílica liberiana de Sicininus (actual basílica de Santa María la Mayor) murieron 137 personas producto de la violencia.
Luego, Juvenco, uno de los prefectos de Roma, propuso el destierro de Ursicino y de sus colaboradores, los diáconos Amancio y Lupo, a la Galia. El emperador Valentiniano, tras tres días de trifulcas, repuso el orden, reconoció a Dámaso, y conminó en el año 367 desterrando a Ursino y sus colaboradores a una colonia, por lo que Dámaso, gracias al apoyo de los prefectos y del Emperador, quedó como sumo pontífice y, aunque posteriormente Valentiniano les permitió volver a Milán, al conspirar de nuevo, dos meses más tarde les prohibió volver a Roma o su entorno, enviándolos a la Galia. Así, los partidarios del antipapa se reunieron en Milán junto a los arrianos y continuaron pretendiendo su sucesión y persiguiendo a Dámaso hasta la muerte de Ursicino.
Dámaso juró nunca recibir a ningún otro papa mientras viviese Liberio (ya que el Emperador había nombrado a Félix II como antipapa). Cuando este fue desterrado por el emperador Constancio II a Berea, Tracia, en el 354, Dámaso era ya archidiácono de la iglesia romana y siguió a Liberio en el exilio. Sin embargo, pronto regresó a Roma, y fue nombrado su secretario4 formando parte así del gobierno de la Iglesia.
Tras la muerte de Liberio el 24 de septiembre de 366, fue elegido papa, el 1 de octubre del 366, a los 62 años de edad y consagrado por Lorenzo, obispo de San Lucina, en la Basílica de Lucina.
Sin embargo, un gran número de conservadores seguidores de Liberio lo rechazaron y escogieron a su diácono, Ursicinus (Ursicino), partidario del arrianismo de Milán, siendo consagrado de forma simultánea por Pablo, obispo de Tivoli, y apoyado por los diáconos y el laicado en general, mientras que otra facción, antes leal al antipapa Félix II, apoyaba a Dámaso, lo cual provocó a principios de octubre una pugna por el nombramiento del nuevo papa, llegándose incluso al derramamiento de sangre. Tal fue la violencia que los dos prefectos (praefecti) de la ciudad fueron llamados para restaurar el orden y condujeron a los simpatizantes de Ursicino a los suburbios y, según Ammianus Marcellinus, en la basílica liberiana de Sicininus (actual basílica de Santa María la Mayor) murieron 137 personas producto de la violencia.
Luego, Juvenco, uno de los prefectos de Roma, propuso el destierro de Ursicino y de sus colaboradores, los diáconos Amancio y Lupo, a la Galia. El emperador Valentiniano, tras tres días de trifulcas, repuso el orden, reconoció a Dámaso, y conminó en el año 367 desterrando a Ursino y sus colaboradores a una colonia, por lo que Dámaso, gracias al apoyo de los prefectos y del Emperador, quedó como sumo pontífice y, aunque posteriormente Valentiniano les permitió volver a Milán, al conspirar de nuevo, dos meses más tarde les prohibió volver a Roma o su entorno, enviándolos a la Galia. Así, los partidarios del antipapa se reunieron en Milán junto a los arrianos y continuaron pretendiendo su sucesión y persiguiendo a Dámaso hasta la muerte de Ursicino.