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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN...

LÉXICO - LAS COSAS Y SUS NOMBRES - LA FRASE - EL REFRÁN - FIESTAS

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LAS COSAS Y SUS NOMBRES: PATRIOTISMO

El de patriotismo es un concepto arcaico, creado más para consumo de nostálgicos, de los que sienten el dolor de la lejanía, que para quienes gozan de la posesión de la tierra de sus padres. Más llanto de soldados que han ido a hacer la guerra a lejanas y ajenas tierras, que canto gozoso de sus pacíficos poseedores.

Cuando la vida estaba organizada en torno a la posesión de la tierra, porque esa era la única base de subsistencia, y cuando las dos únicas maneras de poseerla eran o heredarla de los padres o conquistar las de otros, es lógico que el sentimiento de la tierra presidiese todos los sentimientos, y la ambición de más y más tierras fuese la reina de todas las ambiciones. La tierra era la base de subsistencia de más del 90% de los habitantes de cualquier país; la vida en las ciudades era la excepción codiciada; y la herencia, casi la única puerta de acceso a la posesión.

De ahí la referencia a los padres implícita en la palabra y en el concepto de patria, que es un adjetivo que significa "del padre" o "de los padres", y que iba siempre acompañado de terra: la "tierra patria" era la tierra de los padres, que lo son en tanto en cuanto tienen hijos, lo mismo que una nación deja de serlo en la medida en que se deja de nacer en ella y de ella.

El correlativo de los padres son los hijos. El patriarcalismo, el principio del poder (archarjé) del pater, del que es trasunto la patria, sólo tiene sentido si hay hijos en quienes ejercerlo; hasta el punto que es la falta de hijos el camino natural para perder la patria; que mal puede ser padre quien no tiene hijos. (Y lo mismo ocurre con la nación. ¿Cómo se puede construir una nación en el sentido nacionalista si no se nace?) La falta de hijos convierte tanto la patria como la nación en una metáfora o en una confrontación.

Y cuando de las palabras pasamos a la realidad, tenemos efectivamente que las naciones y las patrias que han caído en la impotencia o en la indolencia generandi, que para el caso es lo mismo, se traen hijos de importación, dejándoles bien advertido que ni ellos son sus padres, ni esa tierra es su patria; que habiendo nacido de quien han nacido no tienen allí los derechos inherentes al nacimiento (que por tanto no son parte de la nación), ni mucho menos los derechos de herencia.

Mantener la ficción de patria o de nación cuando hay que importar hijos o su sucedáneo porque no se es capaz de engendrar; mantener la ficción de que en un país hay unidad de raza, de lengua y de cultura cuando para poder seguir ejerciendo de patria se están importando hijos de una gran diversidad de razas, culturas y lenguas, no sirve sólo para violentar a la razón, sino también a las personas.

No olvidemos, porque tendemos a hacerlo, que si nuestros antepasados tuvieron un gran afán en tener hijos fue porque ellos eran la única garantía de que serían asistidos en su vejez, patrimonio por medio para que no hubiera sorpresas. Y que si el empeño que ellos pusieron en tener hijos, lo ponemos nosotros en tener inmigrantes, es porque nos preocupa lo mismo que a ellos: que cuando nosotros lleguemos a viejos, quede detrás una sólida masa de hijos (tanto da que sean postizos) que trabajen y produzcan para pagarnos las pensiones. He ahí la nación, he ahí la patria.

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