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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: La vida escondida en Cristo...

La vida escondida en Cristo

Los años que siguen son los de la maduración de su vocación. Teresa ora, sin grandes emociones sensibles, pero con fidelidad. Evita la intromisión en los debates que a veces perturban la comunidad. Multiplica los pequeños actos de caridad y preocupación por los demás, prestando servicios pequeños, sin hacerlos notar. Ella acepta en silencio las críticas, incluso de aquellas que pueden ser injustas y favorecer a las hermanas que son desagradables con ella. Trata de hacer todo, incluso las más pequeñas cosas con amor y la sencillez. Siempre reza mucho por los sacerdotes.

Durante 1891-1892, en el invierno, una epidemia de gripe cae en Francia. El Carmelo de Lisieux no es la excepción. Cuatro monjas mueren a causa de esta enfermedad. Y todas las hermanas se enferman, excepto tres de ellas, incluyendo a Teresa. Entonces procura darse de todo a sus hermanas postradas en cama. Les brinda atención, participa en la organización de la vida diaria del Carmelo, demostrando coraje y fortaleza en la adversidad, sobre todo cuando tiene que preparar el entierro de monjas fallecidas. La comunidad, que a veces la consideraba de poco valor e indiferente ahora la ha descubierto bajo una luz distinta.

Su vida espiritual se alimenta sobre todo de los Evangelios, que siempre lleva con ella. Véase el artículo de un dominico: El evangelio en Lisieux.​ Esa costumbre no era común en la época, ni siquiera entre las religiosas de clausura. Ellas prefieren leer los comentarios de la Biblia que referirse directamente a ésta. Teresa prefiere mirar directamente «la palabra de Jesús», que la ilumina en sus oraciones y en su vida diaria, además de ser la base desde la que consolida su doctrina.

Su hermana Paulina (Inés de Jesús) es elegida priora del monasterio de Lisieux el 20 de febrero de 1893 y ella designa a Teresa el difícil cargo de ser vicemaestra de novicias, tratando de imprimir con gran dedicación la regla carmelitana a sus pupilas, para esto se ayudaba contando historias y hasta inventado parábolas. Fueron ellas las primeras en conocer su doctrina sobre «el caminito». Entre las novicias a las que enseñaba, sor María de la Trinidad se convertiría en su primera discípula.

En 1894, Teresa escribió sus primeras recreaciones piadosas. Estas son pequeñas obras de teatro, interpretada por algunas religiosas de la comunidad, con motivo de alguna festividad. Su primera recreación se la dedica a Juana de Arco, que siempre había admirado, y cuya causa de beatificación ya se ha introducido. Su talento para la escritura se le es reconocido. Otros escritos le serán asignados, un segundo sobre Juana de Arco, que se llevó a cabo en enero de 1895, además de unos poemas espirituales, a petición de otras religiosas.

A principios de este año, comenzó a sentir dolor de garganta y dolor en el pecho. Desafortunadamente, la madre Inés no se atreve a llamar a un médico que no sea el médico oficial de la comunidad.

En 1894 se celebró el centenario del martirio de los carmelitas de Compiègne. Este evento tiene una gran repercusión en toda Francia, y más aún en los monasterios carmelitas de Francia. Las monjas del Carmelo de Compiègne piden a sus hermanas de Lisieux contribuir a la decoración de su capilla. Teresa del Niño Jesús y Teresa de San Agustín bordan banderas para ser regaladas a este otro carmelo. Sor Teresa de San Agustín, al testificar en el proceso de la beatificación de Teresita, resalta el celo y la dedicación que se dio en esta ocasión. Dijo incluso que santa Teresa decía: « ¡Qué felicidad si tuviéramos la misma suerte (del martirio)! Qué gracia».