El culto derivado del Saqueo de Roma: la fiesta de los Lirios de Nola
El 24 de agosto de 410 Alarico I, rey de los visigodos, entró en Roma y la saqueó. En aquel mismo año muere Pablo, obispo de Nola, justo cuando Alarico se encontraba a las puertas de la ciudad. El pueblo de los fieles, con una situación análoga a la de Barcelona, invocó: « ¡Paulino Obispo!», y él aceptó el cargo. Nola fue conquistada y devastada por parte de los visigodos, y gran parte de los habitantes fueron hechos prisioneros. Paulino vendió caritativamente todos sus bienes para rescatar a los prisioneros, incluida la cruz episcopal. Cuando se quedó sin nada más, ofreció su propia persona a los invasores para rescatar al único hijo de una viuda. Llegado a África, fue vendido como esclavo, convirtiéndose en el jardinero de su señor. Un día Paulino tuvo un sueño en el cual presidía un tribunal de jueces contra el rey, cuya muerte inminente profetizó. Comunicó el sueño a su señor, quien lo condujo ante el rey, quien se llenó de miedo. Interrogado y descubierto su cargo como obispo, el rey le dijo: «Pídeme aquello que quieras y te será dado». Paulino respondió que no deseaba otra cosa que su liberación y la de todos los habitantes de Nola. Así sucedió, de tal modo que regresaron a su pueblo acompañados de barcos llenos de grano. Sobre la playa de Torre Annunziata, fue acogido junto con los prisioneros rescatados de los fieles de Nola que llevaban y batían ramos de flores. Aún hoy, existe esta tradición de acogida. Cada año, el 22 de junio (o el domingo posterior si tal fecha no coincide en domingo), en Nola se celebra la fiesta de los Lirios en su honor.
El 24 de agosto de 410 Alarico I, rey de los visigodos, entró en Roma y la saqueó. En aquel mismo año muere Pablo, obispo de Nola, justo cuando Alarico se encontraba a las puertas de la ciudad. El pueblo de los fieles, con una situación análoga a la de Barcelona, invocó: « ¡Paulino Obispo!», y él aceptó el cargo. Nola fue conquistada y devastada por parte de los visigodos, y gran parte de los habitantes fueron hechos prisioneros. Paulino vendió caritativamente todos sus bienes para rescatar a los prisioneros, incluida la cruz episcopal. Cuando se quedó sin nada más, ofreció su propia persona a los invasores para rescatar al único hijo de una viuda. Llegado a África, fue vendido como esclavo, convirtiéndose en el jardinero de su señor. Un día Paulino tuvo un sueño en el cual presidía un tribunal de jueces contra el rey, cuya muerte inminente profetizó. Comunicó el sueño a su señor, quien lo condujo ante el rey, quien se llenó de miedo. Interrogado y descubierto su cargo como obispo, el rey le dijo: «Pídeme aquello que quieras y te será dado». Paulino respondió que no deseaba otra cosa que su liberación y la de todos los habitantes de Nola. Así sucedió, de tal modo que regresaron a su pueblo acompañados de barcos llenos de grano. Sobre la playa de Torre Annunziata, fue acogido junto con los prisioneros rescatados de los fieles de Nola que llevaban y batían ramos de flores. Aún hoy, existe esta tradición de acogida. Cada año, el 22 de junio (o el domingo posterior si tal fecha no coincide en domingo), en Nola se celebra la fiesta de los Lirios en su honor.