Obras polémicas y teológicas
Atanasio no fue un teólogo especulativo. Como afirma en sus Primeras cartas a Serapión, se aferró a "la tradición, la enseñanza y la fe proclamadas por los apóstoles y custodiadas por los padres" Sostuvo que tanto el Hijo de Dios como el Espíritu Santo son consustancial con el Padre, lo que tuvo gran influencia en el desarrollo de doctrinas posteriores relativas a la Trinidad. La "Carta sobre los Decretos del Concilio de Nicea" (De Decretis) de Atanasio es un importante relato histórico y teológico de las actas de dicho concilio.
Ejemplos de escritos polémicos de Atanasio contra sus oponentes teológicos incluyen Oraciones contra los arrianos, su defensa de la divinidad del Espíritu Santo (Cartas a Serapión en los años 360, y Sobre el Espíritu Santo), contra el Macedonianismo y Sobre la Encarnación. Atanasio también fue autor de una obra en dos partes, Contra los paganos y La encarnación del Verbo de Dios. Terminada probablemente al principio de su vida, antes de la controversia arriana, constituyen la primera obra clásica de teología ortodoxa desarrollada. En la primera parte, Atanasio ataca varias prácticas y creencias paganas. La segunda parte presenta enseñanzas sobre la redención. También en estos libros, Atanasio propuso la creencia, haciendo referencia a Juan 1:1-4, de que el Hijo de Dios, el Verbo eterno (Logos) a través del cual Dios creó el mundo, entró en ese mundo en forma humana para reconducir a los hombres a la armonía de la que antes se habían alejado.
Otras de sus obras importantes son sus Cartas a Serapión, en las que defiende la divinidad del Espíritu Santo. En una carta a Epicteto de Corinto, Atanasio anticipa futuras controversias en su defensa de la humanidad de Cristo. En una carta dirigida al monje Draconcio, Atanasio le insta a abandonar el desierto para dedicarse a los deberes más activos de un obispo. Atanasio también escribió varias obras de Exégesis bíblica, principalmente sobre materiales del Antiguo Testamento. La más importante de ellas es su Epístola a Marcelino (PG 27:12-45) sobre cómo incorporar la recitación de salmos a la práctica espiritual. Se conservan extractos de sus discusiones sobre el Libro del Génesis, el Cantar de Salomón y los Salmos.
Quizá su carta más notable sea su Carta Festal, escrita a su Iglesia de Alejandría cuando se encontraba en el exilio, ya que no podía estar en su presencia. Esta carta muestra claramente su postura de que aceptar a Jesús como el Divino Hijo de Dios no es opcional, sino necesario:
Sé además que no sólo esto os entristece, sino también el hecho de que mientras otros han obtenido las iglesias por la violencia, vosotros entretanto sois expulsados de vuestros lugares. Porque ellos tienen los lugares, pero vosotros la Fe Apostólica. Ellos están, es verdad, en los lugares, pero fuera de la verdadera Fe; mientras que vosotros estáis fuera de los lugares en verdad, pero la Fe, dentro de vosotros. Consideremos si es mayor, el lugar o la Fe. Claramente la verdadera Fe. ¿Quién entonces ha perdido más, o quién posee más? ¿El que posee el lugar, o el que posee la Fe?
Atanasio no fue un teólogo especulativo. Como afirma en sus Primeras cartas a Serapión, se aferró a "la tradición, la enseñanza y la fe proclamadas por los apóstoles y custodiadas por los padres" Sostuvo que tanto el Hijo de Dios como el Espíritu Santo son consustancial con el Padre, lo que tuvo gran influencia en el desarrollo de doctrinas posteriores relativas a la Trinidad. La "Carta sobre los Decretos del Concilio de Nicea" (De Decretis) de Atanasio es un importante relato histórico y teológico de las actas de dicho concilio.
Ejemplos de escritos polémicos de Atanasio contra sus oponentes teológicos incluyen Oraciones contra los arrianos, su defensa de la divinidad del Espíritu Santo (Cartas a Serapión en los años 360, y Sobre el Espíritu Santo), contra el Macedonianismo y Sobre la Encarnación. Atanasio también fue autor de una obra en dos partes, Contra los paganos y La encarnación del Verbo de Dios. Terminada probablemente al principio de su vida, antes de la controversia arriana, constituyen la primera obra clásica de teología ortodoxa desarrollada. En la primera parte, Atanasio ataca varias prácticas y creencias paganas. La segunda parte presenta enseñanzas sobre la redención. También en estos libros, Atanasio propuso la creencia, haciendo referencia a Juan 1:1-4, de que el Hijo de Dios, el Verbo eterno (Logos) a través del cual Dios creó el mundo, entró en ese mundo en forma humana para reconducir a los hombres a la armonía de la que antes se habían alejado.
Otras de sus obras importantes son sus Cartas a Serapión, en las que defiende la divinidad del Espíritu Santo. En una carta a Epicteto de Corinto, Atanasio anticipa futuras controversias en su defensa de la humanidad de Cristo. En una carta dirigida al monje Draconcio, Atanasio le insta a abandonar el desierto para dedicarse a los deberes más activos de un obispo. Atanasio también escribió varias obras de Exégesis bíblica, principalmente sobre materiales del Antiguo Testamento. La más importante de ellas es su Epístola a Marcelino (PG 27:12-45) sobre cómo incorporar la recitación de salmos a la práctica espiritual. Se conservan extractos de sus discusiones sobre el Libro del Génesis, el Cantar de Salomón y los Salmos.
Quizá su carta más notable sea su Carta Festal, escrita a su Iglesia de Alejandría cuando se encontraba en el exilio, ya que no podía estar en su presencia. Esta carta muestra claramente su postura de que aceptar a Jesús como el Divino Hijo de Dios no es opcional, sino necesario:
Sé además que no sólo esto os entristece, sino también el hecho de que mientras otros han obtenido las iglesias por la violencia, vosotros entretanto sois expulsados de vuestros lugares. Porque ellos tienen los lugares, pero vosotros la Fe Apostólica. Ellos están, es verdad, en los lugares, pero fuera de la verdadera Fe; mientras que vosotros estáis fuera de los lugares en verdad, pero la Fe, dentro de vosotros. Consideremos si es mayor, el lugar o la Fe. Claramente la verdadera Fe. ¿Quién entonces ha perdido más, o quién posee más? ¿El que posee el lugar, o el que posee la Fe?