Comienza una grave dolencia. El flujo de sangre aumenta y la ciencia médica de palacio es incapaz de curarla. El Cielo le revela que encontrará remedio en las aguas milagrosas de San Vicente, allá por la Castilla cristiana. Almamún prepara el viaje de su hija con comitiva real. En Burgos recibe Casilda el Bautismo y marcha luego a los lagos de San Vicente, junto al Buezo, cerca de Briviesca. Recuperada la salud según se le dijo, decide consagrar a Cristo la virginidad de su cuerpo milagrosamente curado y resuelve pasar el resto de sus días en la soledad, dedicada a la oración y a la penitencia.