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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ORIGEN DE LA PALABRA - PECADO ORIGINAL...

ORIGEN DE LA PALABRA - PECADO ORIGINAL

Poca broma con los dogmas, que en ellos están nuestros cimientos ideológicos de todo género. En relación con el dogma de la Inmaculada Concepción está el que hasta ese momento había sido dogma universal de la transmisión genética de la condición humana, de manera que quien llevaba la esclavitud en los genes, nunca jamás se libraría de ella, ni él ni sus descendientes; del mismo modo quien tenía unos derechos de familia, de clan o de nación, disfrutaba de un derecho divino que no le podía ser disputado por nadie que no fuese de su misma línea genética.

Es el dogma fatídico de la transmisión genética tanto de los privilegios como de las obligaciones; el dogma de los derechos ancestrales (con la cara opuesta de la privación de esos mismos derechos a todos los demás) que tantos problemas ha acarreado y sigue acarreando a la humanidad.

Sobre la relación inextricable de ambos dogmas se pronuncia el cardenal Pedro Pacheco, obispo de Jaén, en el Concilio de Trento (1545-1563), que quería pasar por alto el tema de la Concepción Inmaculada de María por ser tema controvertido, que tenía muy levantados los ánimos: "Me parece bien, pero hay que ver lo que se resuelve sobre la Concepción de María, porque hablándose del pecado original es necesario tratar de este punto a todo trance y dejarlo terminado en el concilio."

El dogma tanto religioso como laico, y casi universal del pecado original y de su consiguiente transmisión genética, es la base ideológica de la perpetuación de la esclavitud, mediante su transmisión de padres a hijos, del principio de las castas y de la inamovilidad de los estados (sobre todo del estado servil hacia arriba). Si aplicamos al hombre la lógica ganadera, que estuvo vigente en occidente hasta hace bien poco (con la guerra de secesión de los Estados Unidos, concluida en 1865, quedó definitivamente abolida la esclavitud en nuestro ámbito cultural); si aplicamos al hombre la lógica ganadera, digo, todo lo que es concebido en el vientre de una hembra cautiva, estará sometido al mismo cautiverio de su madre. Eso nunca lo discutió nadie.

Por consiguiente, si en sus orígenes el hombre comete una torpeza tan grave que pierde a causa de ella su libertad, y pasa a ser propiedad de Dios, como dice la Biblia (a partir de ahí se sustenta el poder del hombre señor sobre el hombre esclavo, del dominador sobre el dominado), esa condición ya no la pierde jamás, y se la transmite a todos sus descendientes de generación en generación.

La sustancia del pecado original está en la transgresión irreversible de los preceptos de la naturaleza, simbolizada en la manzana prohibida. Desde el momento en que el hombre descubre la suprema ciencia, que es que el mismo hombre constituye la mejor pieza de caza, el mejor de todos los rebaños, el más eficaz animal de trabajo, desde el mismo momento en que muerde el anzuelo, se le cae la venda de los ojos; y a partir de ahí el quehacer humano preferido ya no son las otras especies, sino el mismo hombre.