Nuevas campañas en Al-Ándalus
Durante los años de gestión de la unión castellano-leonesa, el rey se limitó a supervisar las incursiones en tierras andalusíes, que llevaron a cabo principalmente las órdenes militares, algunos nobles y los obispados fronterizos, en especial el toledano. En 1231 el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada tomó la plaza de Cazorla en Jaén, tras haberse apoderado en abril de Quesada, Toya y toda su comarca, que Fernando le había confiado si lograba conquistarlas.
De nuevo organizó una expedición contra Al-Ándalus en la que estaban el capitán Álvar Pérez de Castro y muchos nobles y caballeros como los hermanos Pérez de Vargas, Rodrigo González Girón, Tello Alfonso de Meneses, Pero Miguel, Pero de Guzmán (padre de Guzmán el Bueno) y otros muchos, y, naturalmente, un nutrido grupo de caballeros calatravos y santiaguistas. Bordearon la ciudad de Córdoba, arrasando la campiña y asaltaron el castillo de Palma del Río. El caudillo Ibn Hud fue con sus tropas a enfrentarse a esta expedición en un olivar cerca de Jerez, teniendo lugar una batalla. Finalmente, Ibn Hud se batió en retirada dejando Jerez a su suerte haciendo los cristianos un formidable botín.
En 1233 una hueste organizada por el obispo de Plasencia, con la participación de las órdenes militares, conquistó la ciudad de Trujillo. El 29 de septiembre de 1234, Fernando conquistó la ciudad de Úbeda. Para estas conquistas, Fernando se benefició de los enfrentamientos internos entre los señores andalusíes. En 1234 nuevamente las órdenes militares se apoderaron de Medellín, Alange y Santa Cruz y en torno a 1235 de Magacelac y Hornachos. El rey, sin embargo, no participó en las incursiones de ese año, tanto por el fallecimiento de su esposa como por los levantamientos nobiliarios que tuvo que afrontar en el norte de Castilla.
En 1235 se conquistó el castillo de Torres de Albánchez. El castillo de Chiclana de Segura, según algunos historiadores, pudo haberse conquistado entre finales del 1226 y principios de 1227, y, según otros, en 1235. En cualquier caso, es en 1235 cuando Fernando III otorgó Chiclana de Segura al obispo de Osma. Este, a su vez, la otorgó en 1239 a la Orden de Santiago, formando parte de la encomienda Montizón y Chiclana.
Las siguientes campañas, en las que el rey participó de nuevo en persona delegando el gobierno del reino en su madre Berenguela y, tras la muerte de esta en 1246, el infante Alfonso de Molina, marcaron la segunda parte del reinado. En doce años, Fernando se adueñó de gran parte del territorio andalusí y de muchas de sus grandes ciudades, como Córdoba y Sevilla.
Durante los años de gestión de la unión castellano-leonesa, el rey se limitó a supervisar las incursiones en tierras andalusíes, que llevaron a cabo principalmente las órdenes militares, algunos nobles y los obispados fronterizos, en especial el toledano. En 1231 el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada tomó la plaza de Cazorla en Jaén, tras haberse apoderado en abril de Quesada, Toya y toda su comarca, que Fernando le había confiado si lograba conquistarlas.
De nuevo organizó una expedición contra Al-Ándalus en la que estaban el capitán Álvar Pérez de Castro y muchos nobles y caballeros como los hermanos Pérez de Vargas, Rodrigo González Girón, Tello Alfonso de Meneses, Pero Miguel, Pero de Guzmán (padre de Guzmán el Bueno) y otros muchos, y, naturalmente, un nutrido grupo de caballeros calatravos y santiaguistas. Bordearon la ciudad de Córdoba, arrasando la campiña y asaltaron el castillo de Palma del Río. El caudillo Ibn Hud fue con sus tropas a enfrentarse a esta expedición en un olivar cerca de Jerez, teniendo lugar una batalla. Finalmente, Ibn Hud se batió en retirada dejando Jerez a su suerte haciendo los cristianos un formidable botín.
En 1233 una hueste organizada por el obispo de Plasencia, con la participación de las órdenes militares, conquistó la ciudad de Trujillo. El 29 de septiembre de 1234, Fernando conquistó la ciudad de Úbeda. Para estas conquistas, Fernando se benefició de los enfrentamientos internos entre los señores andalusíes. En 1234 nuevamente las órdenes militares se apoderaron de Medellín, Alange y Santa Cruz y en torno a 1235 de Magacelac y Hornachos. El rey, sin embargo, no participó en las incursiones de ese año, tanto por el fallecimiento de su esposa como por los levantamientos nobiliarios que tuvo que afrontar en el norte de Castilla.
En 1235 se conquistó el castillo de Torres de Albánchez. El castillo de Chiclana de Segura, según algunos historiadores, pudo haberse conquistado entre finales del 1226 y principios de 1227, y, según otros, en 1235. En cualquier caso, es en 1235 cuando Fernando III otorgó Chiclana de Segura al obispo de Osma. Este, a su vez, la otorgó en 1239 a la Orden de Santiago, formando parte de la encomienda Montizón y Chiclana.
Las siguientes campañas, en las que el rey participó de nuevo en persona delegando el gobierno del reino en su madre Berenguela y, tras la muerte de esta en 1246, el infante Alfonso de Molina, marcaron la segunda parte del reinado. En doce años, Fernando se adueñó de gran parte del territorio andalusí y de muchas de sus grandes ciudades, como Córdoba y Sevilla.