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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Culto...

Culto

Los habitantes de Sicilia, vecinos del volcán Etna, conmemoraban anualmente la salida de Ceres a sus largos viajes corriendo por la noche con antorchas encendidas y dando grandes gritos.

En Grecia eran numerosas las Demetrias, fiestas de Deméter, la diosa equivalente a Ceres. Los más curiosos eran indudablemente aquellos en los que los seguidores de la diosa se fustigaban unos a otros con látigos hechos de corteza de árboles. Atenas tenía dos fiestas solemnes en honor de Démeter: una llamada Eleusinia y otra, Tesmoforia. Se decía que fueron instituidas por Triptólemo. Se sacrificaban cerdos, debido a los daños que causaban a los frutos de la tierra, y se hacían libaciones de vino dulce.

Los romanos adoptaron a Ceres en 496 a. C. durante una devastadora hambruna, cuando los Libros Sibilinos aconsejaron la adopción de su equivalente griega Deméter, junto con Perséfone y Yaco (mediador entre las diosas eleusinas y Dioniso). Ceres era personificada y honrada por las mujeres con rituales secretos en las fiestas de Ambarvalia, celebradas en mayo con procesiones en las que las romanas vestían el blanco propio de los hombres, quienes eran simples espectadores. Se creía que estas fiestas, para agradar a la diosa, no debían ser celebradas por gente de luto, razón por la que no se celebraron el año de la batalla de Cannas.

Se erigió un templo a Ceres en el monte Aventino de Roma. Su principal festividad era la Cerealias o Ludi Ceriales (‘juegos de Ceres’), instituidos el siglo III a. C. y celebrados anualmente del 12 al 19 de abril. El culto a Ceres pasó a estar especialmente relacionado con las clases plebeyas, que dominaban el comercio de grano. Se sabe poco de los rituales de este culto, siendo una de las pocas costumbres que fueron registradas la peculiar práctica de atar ascuas ardiendo a las colas de zorros que entonces se soltaban en el Circo Máximo.

Además del cerdo, la cerda o la jabalina, Ceres admitía también el carnero como sacrificio. En sus festividades, las guirnaldas usadas eran de mirto o narciso, pero las flores estaban prohibidas, porque fue recogiendo flores como Proserpina fue raptada por Plutón. Únicamente le estaba consagrada la amapola, no solo porque crece entre el trigo sino también porque Júpiter se la hizo comer para provocarle sueño y así alguna tregua a su dolor.

En Creta, Sicilia, Lacedemonia y varias otras ciudades del Peloponeso se celebraban periódicamente los misterios eleusinos o misterios de Ceres, celebrados en la ciudad de Eleusis. De aquí pasaron en Roma, donde subsistieron hasta el reinado de Teodosio. Estos misterios se dividían en grandes y pequeños. Los pequeños eran una preparación a los grandes que se celebraban cerca de Atenas, en la ribera del Iliso. Conferían una especie de noviciado. Tras un determinado plazo de tiempo más o menos largo, se iniciaba al principiante a los grandes misterios, en el templo de Eleusis. Las fiestas de Eleusis duraban nueve días, cada año, en el mes de septiembre, días en los que se cerraban los tribunales. Los atenienses hacían iniciar a sus hijos en los misterios eleusinos desde la cuna. Estaba prohibido, incluso a las mujeres, hacerse conducir al templo en coche o en carro. Los iniciados se consideraban bajo la tutela y la protección de Ceres, por lo que se esperaba de ellos una felicidad sin límites.