ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: CIENCIAS - TECNOLOGIA - INTERNET - EDUCACIÓN - SALUD...

CIENCIAS - TECNOLOGIA - INTERNET - EDUCACIÓN - SALUD

Cuando en un futuro oleremos perfumes, comida o césped en televisión

Por Ferran Martínez-Aira

Hace tan solo diez o quince años era una quimera pensar en teletrabajar, realizar videollamadas con amigos o pedirle a Alexa (o cualquier sucedáneo), que nos deleitara con un poco de música. Pero si hay un objeto que desde su aparición ha creado cientos de expectativas y pronósticos sobre el futuro es sin duda la televisión.

En 1936 comenzaron las emisiones en Inglaterra, y en 1939 en Estados Unidos. A nuestro país tardaría un poco más en llegar, y las familias pudieron congregarse frente a la ‘caja tonta’ en los años 50, aunque con mucha menos variedad de programación y en blanco y negro. Desde entonces, las incógnitas en torno al objeto más querido de la casa han sido muchas, ¿destronaría al cine? ¿Podría verse en 3D? Y, una sin duda aún más original, ¿podría olerse a través de ella para disfrutar de una experiencia completa?.

Suena interesante imaginar poder oler la comida que cocina Karlos Arguiñano, el césped de una película de las cuatro de la tarde o la colonia del último anuncio que acaban de pasar. En un momento en que el 3D está más que controlado y películas como Avatar (2009) se basaban justamente en la experiencia de poder vivir la cinta como si te encontrases dentro de ella, parece que el sentido del olfato es el último territorio por conquistar en materia audiovisual.

El problema fundamental es que aún no comprendemos cómo funciona nuestro sentido del olfato. En 1991 dos científicos de la Universidad de Columbia publicaron un trabajo que finalmente reveló que nuestro sentido del olfato se basa en unos 1.000 genes diferentes que codifican receptores que ocupan una pequeña área de tejido que recubre la parte superior de nuestras cavidades nasales. Cada célula de este tejido olfativo expresa solo un tipo de receptor, pero juntas nos permiten detectar alrededor de 10.000 olores cuando diferentes moléculas de olor aterrizan en ellas, lo que desencadena pulsos nerviosos en nuestro cerebro.

Aseguran, por tanto, que predecir y recrear olores artificialmente bajo demanda es extremadamente difícil (además, gran parte del trabajo sobre los olores artificiales está estrechamente guardado por multinacionales reservadas). Otro punto a tener en cuenta es el relacionado con los olores que nos parecen repugnantes: a menudo son individuales y dependen de pequeñas diferencias en nuestros genes.

Otro problema es el precio. David Edwards, bioingeniero de la Universidad de Harvard, es el inventor de un “altavoz de esencia digital” que llamó Cyrano. Lanzado en 2016, era un sistema basado en cartuchos que podía generar alrededor de diez o más olores diferentes. Cada unidad costaba unos 49 dólares. En general, según cuenta, los consumidores no lo entendían y la mayoría de los dispositivos acabaron acumulando polvo en un cajón porque la gama de olores era muy repetitiva y la gente no cambiaba los cartuchos.

Por ahora, y sobre todo en tiempos de coronavirus, es difícil pensar en gente que acepte a meterse electrodos por la nariz, aunque quizás en un futuro sí podamos experimentar aromas en la televisión o en el cine para disfrutar de una experiencia más completa.


5 Cts/kWh para tarifa 3.0 TD, autónomos y empresas
Llama al 654 409 325, ofertas especiales para Pueblos de España