4) Aprender a escuchar
El padre de familia debe saber escuchar. La verdadera escucha es profunda y difícil para los padres y para los hijos. Cuando un padre presta atención al hijo para después, como de costumbre, contradecirlo, corregirlo, hacerle notar sus fallos o decirle inmediatamente aquello que según él necesita, no lo está escuchando, sino que está librando su batalla particular.
El hijo que percibe que tiene un padre impenetrable, no se siente comprendido. Para una buena escucha es necesario crear un vacío interior y adoptar una posición de receptividad, bloquear el flujo de pensamientos internos que en seguida se infiltran mientras está hablando el otro.
La verdadera escucha la realiza un padre cuando presta atención a las palabras del hijo y a sus emociones, reconociéndolas por aquello que son en realidad, sin acentuarlas o disminuirlas, sin sobrevalorarlas o devaluarlas; o desdramatizando gratuitamente, ironizando, ridiculizando y generalizando.
Es necesario utilizar los ojos, introducirse en los ojos del hijo en lugar de mirar a otra parte mientras habla. Hay que escuchar con todo el cuerpo, con una postura y gestos que demuestren interés, aceptación, atención.
Escuchar los contenidos para captar la conformidad de estos con el tono de voz y con las expresiones del rostro; escuchar los silencios, las pausas, la respiración, escuchar incluso los rubores. Y hay que comprender que el muchacho vive una revolución interior, que le es difícil expresarse y darse a entender.
El padre de familia debe saber escuchar. La verdadera escucha es profunda y difícil para los padres y para los hijos. Cuando un padre presta atención al hijo para después, como de costumbre, contradecirlo, corregirlo, hacerle notar sus fallos o decirle inmediatamente aquello que según él necesita, no lo está escuchando, sino que está librando su batalla particular.
El hijo que percibe que tiene un padre impenetrable, no se siente comprendido. Para una buena escucha es necesario crear un vacío interior y adoptar una posición de receptividad, bloquear el flujo de pensamientos internos que en seguida se infiltran mientras está hablando el otro.
La verdadera escucha la realiza un padre cuando presta atención a las palabras del hijo y a sus emociones, reconociéndolas por aquello que son en realidad, sin acentuarlas o disminuirlas, sin sobrevalorarlas o devaluarlas; o desdramatizando gratuitamente, ironizando, ridiculizando y generalizando.
Es necesario utilizar los ojos, introducirse en los ojos del hijo en lugar de mirar a otra parte mientras habla. Hay que escuchar con todo el cuerpo, con una postura y gestos que demuestren interés, aceptación, atención.
Escuchar los contenidos para captar la conformidad de estos con el tono de voz y con las expresiones del rostro; escuchar los silencios, las pausas, la respiración, escuchar incluso los rubores. Y hay que comprender que el muchacho vive una revolución interior, que le es difícil expresarse y darse a entender.