El Papa Francisco pide que la Iglesia salga a la periferia, que no se quede encerrada en sí misma. Pues bien, eso de la periferia cabría aplicarlo también para nuestro modo de vivir la Cuaresma. Ojalá nos animemos a vivirla en la periferia de nuestra seguridad, en la periferia de nuestra rutina, en la periferia de lo que hacemos siempre, y hagamos ahora algo más, algo que nos desinstale, nos ‘desapoltrone’, nos inquiete, nos mueva el tapete y nos permita tomarnos más firmemente de la mano de Dios y ver más de cerca los ojos de nuestros hermanos.