La fama de Juan es grande en Granada: acoge a todos los pobres inválidos que encuentra, a los niños huérfanos y abandonados, visita y rehabilita a muchas mujeres prostitutas, y todo sin renta fija, salvo la limosna en la cuál es verdadero maestro, " ¿quién se hace bien a si mismo dando a los pobres de Cristo?" -sería su lema cotidiano. El corazón encendido de Juan, contrasta con el fuego del Hospital Real en llamas el día 3 de julio de 1549. Allí acude como toda la ciudad, pero no para lamentarse, sino para remangarse y entrar y sacar los enfermos saliendo sano y salvo. Desde ese momento, Juan adquiere la categoría de santo y su fama llega a todos los que pudieran tener alguna duda de su pasado en la zona de los enfermos mentales. En el mes de enero de 1550, tratando de salvar a un joven que se estaba ahogando en el río Genil, enfermó gravemente.