OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: 1. Pensar a quién vas a regalar...

1. Pensar a quién vas a regalar

¿A quién quieres dar el regalo? Piensa en eso, piensa en esa persona: ¿qué le gusta?, ¿qué es importante para ella?, ¿qué le hace gracia?, ¿qué recuerdo te viene a la mente cuando piensas en ella? Hazte estas preguntas y otras similares y vas a dirigirte hacia el regalo ideal. Uno que sea un verdadero acto de amor, una muestra de cuánto conoces a esta persona y una oportunidad para sacar toda la creatividad que tienes escondida.

2. Pensar en algo útil

Quizás se pueda aprovechar el intercambio de regalos para dar a alguien aquello que necesita, que le será útil. Aunque esto no tiene por qué significar algo grande o costoso, sino un detalle que a la otra persona le vendría muy bien. Esto además, es una manera de estar pendiente de los gustos y las necesidades de los demás, de estar presente en las cosas pequeñas de todos los días.

3. No caer en el consumismo

Dejarse llevar por las tendencias consumistas que nos prometen “lucirnos” con “el mejor regalo”, puede cegar a muchos que quieren quedar como el amigo, el tío o el papá más “cool”, llevándoles a comprar algo muy costoso… y muy impersonal. Personalmente, aprecio mucho más un regalo pequeño, que refleje que mis seres queridos realmente me conocen, entienden de mis gustos, están al tanto de alguna necesidad mía, y por esto me regalan algo que podría no ser lo más nuevo, lo más caro o moderno, pero que tiene un altísimo valor sentimental.

4. Explotar tu talento

Todos tienen una habilidad especial de la cual pueden servirse para hacer un regalo personalizado, íntimo, sentido. ¿Sabes dibujar?, ¿cantar?, ¿escribir?, ¿cocinar? Una buena idea puede ser entonces realizar una tarjeta, personalizar algún objeto, escribir una carta, dedicar una canción, cocinar un pan dulce. Si no estás familiarizado con ninguno de estos talentos, ¡tranquilo! Piensa qué tienes que te haga único, y cómo eso lo puedes compartir con quienes te importan.

5. Llevar la fe

¿Alguna vez se te ocurrió que puedes regalar algo que, al mismo tiempo sirva para compartir la fe? Por ejemplo: pienso en mi abuela que todos los años nos regala a cada familia –es decir, a mis tíos y a mis papás– un librito que contiene el Evangelio diario de todo el año comentado. Pero, si bien puede ser una buena idea regalar algún libro de espiritualidad a alguien a quien quieras ayudar a profundizar su fe, para llevar la fe a tus amigos no es necesario gastar. Simplemente hablándoles del verdadero sentido de la Navidad, contándoles más sobre lo que sucedió hace más de 2000 años en una pequeña ciudad, en un pesebre de Belén, les estarás haciendo un regalo invaluable.

6. Regalar algo que no se puede comprar

Creo que el mercado puede ofrecernos un sinfín de opciones para regalar, tanto así que es prácticamente imposible no encontrar un regalo bueno, bonito e incluso barato. Pero puede ser que no atendamos a lo más significativo que podríamos entregar: aquello que no se encuentra en las tiendas. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo le puedo dedicar a mi familia estas fiestas?, ¿hace cuánto no hablo con algún amigo? ¿Y si disculpo a las personas a quienes guardo rencor? ¿O pido perdón a los que de alguna u otra forma ofendí o lastimé? En síntesis, el mayor regalo que Dios nos hizo en la Navidad fue el Amor. El mejor regalo que podemos hacer nosotros, es llevar un poco de cariño a los demás, a los que queremos, y especialmente a los que necesitan un poco de afecto.