El filtro exterior consiste esencialmente en una cubeta cuya parte superior coincida con la correspondiente del acuario de forma que se obligue al agua de éste a pasar por ese pequeño recipiente 'cargado' con ustancias filtrantes y una vez purificada retorne al mismo. Para ello, se utiliza un sistema de 'vasos omunicantes' impelido por aire, provisto por un compresor o motorcito eléctrico que bombea el líquido por un fenómeno de tipo 'venturi'. La carga filtrante estará formada por arena gruesa, arena fina, carbón activo encerrado en una bolsa de tul tupido y fibra de vidrio con o sin turba, según se desee acidificar o no el medio. El filtro interior, biológico o de placa, es en casi todos los casos muy consejable, pudiendo o no complementarse con el 'exterior'. Consiste en una plancha perforada situada en el fondo del recipiente, que va provista de un sistema 'venturi' cebado por aire a presión. Sobre la placa, se coloca una pequeña bolsa-almohada de tela porosa rellena de carbón activo y sobre la que se instala la arena, piedras, objetos decorativos del fondo, etc. Con el tanque lleno se conecta el compresor eléctrico regulando el burbujeo del aire (rendimiento del filtro) para que no sea ni excesivamente turbulento, ni demasiado lento. El extremo del tubo de salida del aire y del agua ya filtrada, debe estar al nivel superior del acuario, a ras de agua o ligeramente por debajo. Con este sistema se retienen los elementos de desecho de los peces entre la arena del fondo, permitiendo un desarrollo espectacular de las plantas. El filtro-bomba, también conocido como 'sistema Eheim' es una especie de filtro exterior mejorado, con el motor incorporado y que retorna el agua limpia en 'cortina' o 'cascada'. Permite el recambio y entretenimiento de forma cómoda y segura, oxigena el agua de forma inmejorable y puede combinarse acertadamente con el filtro interior de placa.