A pesar de que los fenómenos ambientales pueden a lo largo de suficientes generaciones producir formas, variedades, razas y subespecies animales diferentes, que procedan de un tronco común, el principio de conservación de la especie, tan poderoso, que puede considerarse motor biológico del planeta, asegura mediante diversos mecanismos, a veces muy complejos, el mantenimiento más o menos permanente de las características genético-somáticas de los individuos