Y el lobo no tuvo más remedio que enseñar su pataza negra y peluda.
- ¡No eres nuestra madre! ¡Eres el lobo! ¡No te abriremos! -le gritaron los cabritillos.
- ¡No eres nuestra madre! ¡Eres el lobo! ¡No te abriremos! -le gritaron los cabritillos.