No sabiendo qué contestar a la extraña pregunta, el campesino se limitó a decir que no lo sabía.
Pasaron las horas y los dos amigos llegaron a un pueblo. El joven sacó un afilado cuchillo y entregándoselo al campesino, le dijo:
-Amigo, ve a comprar con esto dos hermosos caballos, pero no olvides de devolvérmelo, pues lo aprecio mucho.
Pasaron las horas y los dos amigos llegaron a un pueblo. El joven sacó un afilado cuchillo y entregándoselo al campesino, le dijo:
-Amigo, ve a comprar con esto dos hermosos caballos, pero no olvides de devolvérmelo, pues lo aprecio mucho.