Lanzando un grito de rabia llamó a un esclavo y le ordenó que hiciera subir al joven, y cuando le tuvo en su presencia le preguntó cómo había vuelto tan pronto. El joven le explicó lo ocurrido, y la rabia de la hechicera no conoció límite. No obstante, fingió estar satisfechísima con el éxito, y le dijo que si le regalaba aquel otro pichón, le daría la hermosa vaca de Jogi, cuya leche mana sin cesar durante el día.