- ¡Pobrecitas! -exclamó la bruja-. ¿No te gustaría devolverles la vista? Dame ese pichón y yo te prometo indicarte dónde encontrarás los ojos de tus madres.
Al oír esto, el príncipe se alegró muchísimo, y enseguida regaló el pichón que había cazado. La Raní guardó el pichón y en un pedazo de papel escribió estas palabras:
Al oír esto, el príncipe se alegró muchísimo, y enseguida regaló el pichón que había cazado. La Raní guardó el pichón y en un pedazo de papel escribió estas palabras: