-Ese no es mi nombre.
En el segundo día había preguntado a los vecinos sus nombres, y ella repitió los más curiosos y poco comunes:
-Quizá tu nombre sea Pata de Cordero o Lazo Largo.
Pero siempre contestó:
-No, ese no es mi nombre.
Al tercer día el mensajero volvió y dijo:
-No he podido encontrar ningún nombre nuevo. Pero según subía una gran montaña al final de un bosque, donde el zorro y la liebre se desean las buenas noches. Allí vi aun hombrecillo bastante ridículo que estaba saltando. Dio un brinco sobre una pierna y gritó:
En el segundo día había preguntado a los vecinos sus nombres, y ella repitió los más curiosos y poco comunes:
-Quizá tu nombre sea Pata de Cordero o Lazo Largo.
Pero siempre contestó:
-No, ese no es mi nombre.
Al tercer día el mensajero volvió y dijo:
-No he podido encontrar ningún nombre nuevo. Pero según subía una gran montaña al final de un bosque, donde el zorro y la liebre se desean las buenas noches. Allí vi aun hombrecillo bastante ridículo que estaba saltando. Dio un brinco sobre una pierna y gritó: