El hombrecillo cogió el anillo, y empezó otra vez a hacer girar la rueca, y por la mañana había hilado toda la paja y la había convertido en brillante oro. El rey se regocijó más allá de toda medida cuando lo vio. Pero como no tenía suficiente oro, llevó a la hija del molinero a otra sala llena de paja aun más grande que la anterior, y dijo:
-Tienes que hilar esto en el transcurso de esta noche, si lo consigues serás mi esposa.
“A pesar de ser la hija de un molinero”, pensó. “No podré encontrar una esposa más rica en el mundo”.
-Tienes que hilar esto en el transcurso de esta noche, si lo consigues serás mi esposa.
“A pesar de ser la hija de un molinero”, pensó. “No podré encontrar una esposa más rica en el mundo”.