-Bueno y qué; pues, cañamón y todo, queremos tener un hijo.
Y así fue que Dios les concedió un hijo y nació tan pequeño como un cañamón; lo llamaron Periquillo y, como no creció ni una cuarta más, con Periquillo se quedó.
Con que pasó el tiempo y Periquillo fue cumpliendo años tan diminuto como siempre, pero era un muchaco voluntarioso que no se arredraba por ser tan pequeño. Un día que su padre se había se había ido a trabajar al campo desde por la mañana temprano, le dijo a su madre, que estaba preparando la burra con la comida para llevársela a su padre:
Y así fue que Dios les concedió un hijo y nació tan pequeño como un cañamón; lo llamaron Periquillo y, como no creció ni una cuarta más, con Periquillo se quedó.
Con que pasó el tiempo y Periquillo fue cumpliendo años tan diminuto como siempre, pero era un muchaco voluntarioso que no se arredraba por ser tan pequeño. Un día que su padre se había se había ido a trabajar al campo desde por la mañana temprano, le dijo a su madre, que estaba preparando la burra con la comida para llevársela a su padre: