Un día llegó a un valle. Era un lugar muy solitario, pero oyó que alguien cantaba.
- ¡Conozco esa voz! -exclamó-. ¡Es mi amor! ¡Mi Melisa!
Siguió la dirección de la voz y allí, por fin, la encontró.
- ¡Conozco esa voz! -exclamó-. ¡Es mi amor! ¡Mi Melisa!
Siguió la dirección de la voz y allí, por fin, la encontró.