El posadero tenía tres hijas, que vieron la oca y sintieron curiosidad por saber qué clase de pájaro maravilloso era aquel, y quisieron quitarle una de sus plumas de oro. La mayor pensó: «Ya se presentará la ocasión de arrancarle una pluma». Y, en un momento en que Tontorrón había salido, cogió la oca por las alas para quitarle una pluma, pero la mano se le quedó pegada y no pudo soltarse.