Luego, tuvo que ir el segundo hijo al bosque a cortar algo de leña, y la madre le preparó, igual que al hijo mayor, una exquisita tortilla de patatas y una botella de vino. Él también se encontró con el viejo hombrecillo que, del mismo modo, le pidió un trozo de tortilla y un trago de vino. Pero el segundo hijo también le habló con una gran sensatez: