Se llenó los bolsillos con monedas de oro hasta el punto de que apenas podía moverse. Tras muchos esfuerzos, volvió a colocar al enorme perro sobre el baúl. Tenía los pantalones y la chaqueta llenos de oro. Cuando por fin halló la cajita de yesca de la bruja, tuvo que metérsela debajo del sombrero.