— ¡Pero Adela! —exclamó— ¿Qué haces tú aquí? ¿Dónde llevas a esa niña? ¿Es ésa la sobrinita que has tenido a tu cargo desde que murió su madre?
—Sí, y la llevo a casa de tío Anselmo. Yo no puedo ocuparme más de ella, pues tengo trabajo en la ciudad.
—Sí, y la llevo a casa de tío Anselmo. Yo no puedo ocuparme más de ella, pues tengo trabajo en la ciudad.