En la oscuridad, Teseo buscó el ovillo de hilo que se había caído. Cuando lo halló, fue siguiendo con las manos el rastro del hilo a través de los oscuros y sinuosos corredores del laberinto. Al fin alcanzó la puerta donde se hallaba Ariadna.
Al ver a Teseo manchado de sangre, corrió hacia él y le abrazó apasionadamente.
Al ver a Teseo manchado de sangre, corrió hacia él y le abrazó apasionadamente.