-Bueno. ¿Qué os parece un traje de oro y una camisa de volantes?
Petronila buscó el hechizo adecuado. " ¡Sangre de toro y escorpiones gigantes, un traje de oro y camisa de volantes!"
Esta vez el resplandor fue aún más brillante. Antes de que se despejara el polvo, Tomás se vio reflejado en el río, lanzó un grito y corrió a esconderse.
- ¡No! Ha vuelto a salir mal. ¡Jamás seré feliz!
-Petronila, ¿qué pasa ahora? -preguntó Palitroque al dispersarse el polvo mágico-.
¿No lo habrás hecho desaparecer?
Petronila consultó su libro.
-Cielo santo, tengo que ir a un oculista. En vez de un traje de oro y una camisa de volantes...
- ¿Qué? ¿Qué le has dado?
Petronila buscó el hechizo adecuado. " ¡Sangre de toro y escorpiones gigantes, un traje de oro y camisa de volantes!"
Esta vez el resplandor fue aún más brillante. Antes de que se despejara el polvo, Tomás se vio reflejado en el río, lanzó un grito y corrió a esconderse.
- ¡No! Ha vuelto a salir mal. ¡Jamás seré feliz!
-Petronila, ¿qué pasa ahora? -preguntó Palitroque al dispersarse el polvo mágico-.
¿No lo habrás hecho desaparecer?
Petronila consultó su libro.
-Cielo santo, tengo que ir a un oculista. En vez de un traje de oro y una camisa de volantes...
- ¿Qué? ¿Qué le has dado?