María Tarnowskaya, La Condesa del Escándalo (III)
La condesa tenía una servidora de entera confianza. Se trataba de Elisa Perrier, una suiza que cumplía además la función de dama de compañía y consejera. Elisa era huérfana. Sus hermanos habían emigrado a América y aparte de ellos su único pariente era una tía anciana que vivía en Neuchâtel. Llevaba al límite la lealtad que mostraba hacia María, como si fuese su perro fiel, a cambio de una paga miserable. Era capaz de hacer o decir cualquier cosa con tal de complacer a su ama. Elisa saldría bien librada posteriormente en el proceso que siguió al asesinato de Kamarowsky. Ningún testimonio la incriminaba, ni se hallaron pruebas en su contra.
La condesa tenía una servidora de entera confianza. Se trataba de Elisa Perrier, una suiza que cumplía además la función de dama de compañía y consejera. Elisa era huérfana. Sus hermanos habían emigrado a América y aparte de ellos su único pariente era una tía anciana que vivía en Neuchâtel. Llevaba al límite la lealtad que mostraba hacia María, como si fuese su perro fiel, a cambio de una paga miserable. Era capaz de hacer o decir cualquier cosa con tal de complacer a su ama. Elisa saldría bien librada posteriormente en el proceso que siguió al asesinato de Kamarowsky. Ningún testimonio la incriminaba, ni se hallaron pruebas en su contra.