Estos documentos se apoyan en los mismos principios y estuvieron urgidos por la misma necesidad: establecer normas para que los Derechos Humanos se hicieran respetar y sus interpretaciones no los convirtieran en un sarcasmo, una burla o en una coartada para vulnerar su verdadero núcleo: el reconocimiento de la Dignidad de todos y cada uno de los seres humanos. Pero desgraciadamente ha nadie ha parecido interesante difundir su contenido, sus imperativos éticos y morales y así nos está luciendo el pelo.