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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

El pintor, para darle un buen acabado a su obra, pasa muchos días puliendo y limando las desnudeces de una Venus; el músico procura llegar al mismo fin encerrando entre las líneas del pentagrama las complicadas melodías de la lira sentimental; el escritor acucia la sensibilidad del público, narrando toda esa máquina invisible que llevamos el cerebro y en el corazón...

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¡Cuánta lascivia no exprimieron Virgilio en sus Égoglas; Rubens en sus cuadros y Gounod en sus óperas...!
Pero vosotros, los trabajadores de la tierra, a veces poco reconocidos por vuestra valía, sois los mayores artistas creando y sacando de las entrañas de la Tierra la mayor belleza de todas ellas.

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Égloga I. Títiro y Melibeo de Virgilio.

Traducción de Fray Luis de León.

Mel.- Tú, Títiro, a la sombra descansando
desta tendida haya, con la avena
el verso pastoril vas acordando.
Nosotros, desterrados; tú, sin pena,
cantas de tu pastora, alegre, ocioso,
y tu pastora el valle y monte suena.
Tít.- Pastor, este descanso tan dichoso
Dios me lo concedió, que reputado
será de mí por dios aquel piadoso,
Y bañará con sangre su sagrado
altar muy muchas veces el cordero
tierno, de mis ganados degollado...

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ÉGLOGA II

El pastor Coridón lamenta los desdenes del hermoso mancebo Alexis y procura cautivarle con promesas y halagos.

ALEXIS
El pastor Coridón ardía de amor por el hermoso Alexis, delicias de su dueño, y ni aun esperanzas alcanzaba. Frecuentemente se iba a la sombra de unas frondosas hayas, y allí, solitario, con inútil afán, confiaba a los montes y a las selvas estos desaliñados acentos. " ¡Oh cruel Alexis! ¡Nada se te importa de mis cantos? ¿No te compadeces de mí? ¡Así me dejas morir? Ésta es la hora en que los ganados buscan las sombras y la frescura, en que los verdes lagartos se esconden bajo las cambroneras y en que maja Testilis ajos y serpol, hierbas olorosas, para los segadores fatigados por el ardiente estío, y yo entre tanto voy buscando tus pisadas por entre los arbustos, que, bajo un sol abrasador, resuenan con el canto de las roncas cigarras. ¿No me hubiera estado mejor sufrir las iras y los orgullosos desdenes de Amarilis? ¿No me hubiera valido mas servir a Menalcas, aunque él sea moreno y tú blanco? No fíes demasiado en el color, ¡oh hermoso mancebo! Se deja perder la blanca alheña y se cogen los oscuros jacintos...

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Me desprecias, Alexis, y ni siquiera preguntas quién yo sea, cuán rico soy en ganados, cuánto abunda la blanca leche en mis majadas. Mil ovejas mías vagan por los montes de Sicilia; no me falta leche fresca ni en verano ni en el rigor del frío. Canto como solía Anfión Tebano en el monte Aracinto de Acaya cuando juntaba sus rebaños. Ni tampoco soy tan feo; ha poco me vi en la playa, estando el mar muy sosegado, y si no mienten las aguas, no temo competir con Dafnis juzgándonos tú, ¡Oh!, ¡plázcate solamente habitar conmigo estos campos, para ti enojosos, y estas humildes chozas, y herir los ciervos y guiar con la verde vara de malvavisco un hato de cabritillos! Cantando conmigo en las selvas imitarás al dios Pan, que nos enseñó el primero a juntar con cera varias cañas; Pan protege a los ganados y a sus rabadanes. No temas herirte el labio con la caña; por aprender estos cantos, ¿qué no hacía Amintas? Tengo yo una zampoña formada de siete cañas desiguales, antiguo regalo de Dametas, el cual me dijo al morir: "Tú eres el segundo que la posee." Esto dijo Dametas, y el necio de Amintas tuvo envidia...

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Tengo también dos cabritillos manchados de pintas blancas que me encontré, no sin riesgo, en un valle; cada día apuran la leche de dos ovejas, y los guardo para ti. Grande empeño tiene Testilis, tiempo ha, por sacármelos, y al cabo lo conseguirá, pues te repugnan mis dádivas. Ven, ¡oh hermoso mancebo!, verás como las ninfas te traen canastillos llenos de azucenas; para ti la blanca Náyade cogiendo pálidas violetas, amapolas y narcisos los enlaza con la flor del fragante eneldo, y entretejiendo el espliego con otras hierbas olorosas, colora los suaves jacintos con la amarilla caléndula. Yo mismo cogeré para ti membrillos cubiertos de blando vello y castañas, a que era tan aficionada mi Amarilis, y a ellas añadiré doradas ciruelas, que también te gustarán. Y os cogeré además, ¡oh laureles!, y a ti, ¡oh mirto!, que naces junto a ellos, para que así colocados mezcléis vuestros gratos olores. Necio eres, Coridón; Alexis no hace caso de tus dones y en porfía de dádivas no te cedería Iolas el campo. ¡Ah!, ¿qué he deseado, miserable de mí?...

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Ciego de amor, he precipitado al Austro sobre las flores y a los jabalíes en las cristalinas fuentes. ¿De quién huyes, insensato? También los dioses, también el troyano Paris, habitaron algún día en las selvas. Recréese Palas en las fortalezas que levantó ella misma; ¡plázcannos sobre todo a nosotros las selvas! Sigue al lobo la torva leona, el lobo a la oveja; la oveja triscadora sigue al florido cantueso; a ti, ¡oh Alexis!, te sigue Coridón; cada uno va en pos de la afición que le arrastra. Mira, los bueyes vuelven de la labor, pendientes al yugo de los arados, y el sol en ocaso dobla las sombras, a cada instante mayores; yo entre tanto me abraso de amor; para este mal de amor, ¿qué término hay? jAh Coridón, Coridón! ¡Qué locura se ha apoderado de ti? Medio podadas tienes tus vides entre esos frondosos olmos. ¿Por que no preparas a lo menos canastillos de mimbres y blandos juncos, que tanto necesitas? Otro Alexis encontrarás, si te desdeña éste.

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Égloga III. Dametas, Menalcas, Palemon.
Fray Luis de León

Traducciones de clásicos. De Virgilio

Men.- Dime, ¿es de Melibeo este ganado?
Dam.- No es sino de Egón, que el mismo Ego
agora me lo había encomendado.
Men.- ¡Ovejas desdichadas! Hace entrego
de sí mismo a Neera, preferido
porque yo no lo sea, y arde en fuego,
Y fía su ganado de un perdido;
ordéñasle dos veces en un hora,
la madre dejas seca y desvalido
El hijo. -Dam.- Paso, amigo, que aun agora
nos acordamos quién... ya me entendistes,
y adónde, aunque la diosa que allí mora
Con ojos lo miró no nada tristes;
y de través las cabras lo miraron.
¡Mirad que habláis con hombre! ¿Bien me oístes?
Men.- Sí, sí; en el mismo tiempo que me hallaron
cortando de Micones las posturas
con mala podadera, y me prendaron.
Dam.- O cuando junto a aquellas espesuras
el arco y la zampoña quebrantabas
de Dafni con entrañas, malo, duras;
En envidiosa rabia te abrasabas,
porque lo había el zagalejo dado,
y si no le dañaras, reventabas.
Men.- ¿Qué no osará quien puede, si un malvado
ladrón ansí se atreve? Di, atrevido,
¿no fue de ti un cabrón a Damo hurtado,
Y la Licisca al cielo alzó el ladrido?
Grité: « ¿Dó sale aquél? Títiro, mira»;
tú en la juncada estabas ascondido...

...
Dam.- Cantando vencí a Damo. ¿Quién me tira
cobrar lo que mi musa mereciera,
si Damo de lo puesto se retira?
Si no lo sabes, mío el cabrón era,
y el mismo Damo serlo confesaba;
negábamelo no sé en que manera.
Men.- ¿Tú a él?, ¿tú tocas flauta?, ¿no sonaba
tu caramillo vil por los oteros,
y el verso miserable aún no igualaba?
Dam.- ¿Pues quieres que probemos esos fieros?
Yo pongo esta becerra, que dos cría,
y hinche cada tarde dos lecheros.
Yo pongo; no rehúyas la porfía;
tú di lo que pondrás, y experimenta
a dó llega tu musa, a dó la mía.
Men.- Del ganado no pongo, que doy cuenta
por horas a mi padre, y una dura
madrastra aun los cabritos también cuenta.
Mas si adelante llevas tu locura,
pondré lo que dirás que es más precioso:
dos vasos ricos de haya y bella hechura.
Labrólos Alcimedon ingenioso;
formó por la redonda entretejido
como de hiedra y vid un lazo hermoso.
En el medio, de bulto está esculpido
el Conon, y aquel otro que pusiera
el mundo por sus partes repartido;
El que mostró la siega y sementera,
y del arar el tiempo conveniente.
Nuevos los tengo en casa en su vasera...

Dam.- Del mismo tengo dos extrañamente
hechos: las asas ciñe un verde acanto,
y en medio del relieve está eminente
Orfeo, y su montaña atenta al canto.
Nunca los estrené; más comparada
la vaca, los tus vasos no son tanto.
Men.- Saldré a cualquier partido, y si te agrada
será jüez Palemon, que allí viene;
que yo enmudeceré tu voz osada.
Dam.- A ello, que a mí nada me detiene;
mas para escarmentar aqueste osado,
que atiendas bien, Palemon, nos conviene.
Palem.- Sobre esta yerba donde estoy sentado
cantad, que agora el tiempo nos convida,
que viste de verdura y flor el prado.
Agora el bosque cobra la perdida
hoja, y agora el año es más hermoso;
agora inspira el cielo gozo y vida.
Comienza tú, Dameta, y tú, gracioso
Menalca, le responde alternamente,
que el responderse a veces es sabroso...

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Dam.- De Júpiter diré primeramente,
que al cielo y a la tierra está vecino,
y escucha mi cantar atentamente.
Men.- Y a mí Febo me ama, y de contino
sus dones le presento, el colorado
jacinto y el laurel verde, divino.
Dam.- Traviesa, Galatea me ha tirado,
perdida por ser vista, una manzana,
que luego entre los sauces se ha lanzado.
Men.- Mi dulce fuego, Amintas, de su gana
se viene a mi cabaña, conocido
más ya de mis mastines que Diana.
Dam.- Ya tengo con qué hacer a mi querido
amor gentil presente, porque veo
adónde dos palomas hacen nido.
Men.- Conforme yo al poder y no al deseo,
diez cidras a mi bien he presentado,
y mañana otras diez dalle deseo...

...
Dam.- ¡Oh cuántas y qué cosas platicado
conmigo ha Galatea! ¡Oh si el viento
algo dello a los dioses ha llevado!
Men.- ¿Qué me sirve que, Amintas, mi contento
desees, si yo aguardo en la parada,
y sigues tú del gamo el movimiento?
Dam.- Envíame a la Filis, que es llegada
mi fiesta; y ven tú, Yola, cuando fuere
la vaca por mí a Ceres degollada.
Men.- Amo la hermosa Filis que me quiere,
y me dijo llorosa en la partida:
«Adiós, gentil zagal, si no te viere».
Dam.- El lobo es al ganado, y la avenida
a las mieses, al árbol, enemigo,
el viento, a mí Amarili embravecida.
Men.- Ama el sembrado el agua, sigue amigo
la rama el cabritillo destetado,
la madre el sauz, yo a sólo Amintas sigo.
Dam.- Mi musa pastoril ha contentado
a Polio; apacentad con mano llena,
Musas, una ternera a vuestro amado...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
...
Men.- De versos tiene Polio rica vena:
un toro le criad que a cuerno hiera,
y con los pies esparza ya la arena.
Dam.- Quien, Polio, bien te quiere, lo que espera
le venga, y de la encina dulces dones,
y amomo coja de la zarza fiera.
Men.- Quien no aborrece a Bavio, los borrones
ame de Mevio y lea, y juntamente
las zorras junza, ordeñe los cabrones. ... (ver texto completo)