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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Situación del tribunal de la fe...

Situación del tribunal de la fe

A buen seguro el cuadro descrito basta para evidenciar las hondas fisuras que agrietaban el todavía externamente grandioso edificio la Iglesia española. Los claroscuros, las contradicciones anidaban en ella con mayor frecuencia que otras épocas anteriores. Es, pues, desde estas perspectivas como deben enfocarse las vicisitudes de la Inquisición durante el reinado de Carlos IV. A lo largo de éste, el llamado Santo Oficio ejemplifica paradigmáticamente la atmósfera de crisis en que se debatían organismos e instituciones eclesiásticas. La pluma de Muriel lo acertó a expresar concisa e insuperablemente.

« ¿La Inquisición? Su antiguo poder no existía ya: la autoridad horrible que este tribunal sanguinario había ejercido en otros tiempos quedaba reducida a muy estrechos límites, puesto que el Santo Oficio había venido a parar en ser una especie de comisión para la censura de libros; no más, y aún para conservar esta existencia tenía necesidad de ser sufrida y tolerante... Podrá formarse cabal idea del poquísimo recelo que tenían los que propagaban ideas antirreligiosas por el hecho siguiente. El visitador general de una diócesis, el que por confianza de su prelado la regía plenamente en su nombre con absoluta autoridad, daba él mismo a leer las obras de Voltaire y Rousseau a aquellos párrocos que habían adquirido alguna tintura de la lengua francesa, ponderándoles la importancia de tales escritos, por su lectura añadía, sacudirían ideas que hasta allí habían tenido por ciertas. Hacíales, a la verdad, a tan criminal confianza con reserva u circunspección; pero su precaución era ilusoria por el hecho de ser crecido el número de los llamados a la iniciación» (Historia del reinado de Carlos IV. Madrid, I, 1960, 270).