PEREZA.
Sería cosa de entonar un himno a la pereza, ese estado delicioso en que el cuerpo reposa en una inacción sublime, sin estremecimientos bruscos, sin pensamientos tristes, viéndolo todo con cierta vaguedad de ensueño voluptuoso que acab por provacar un espasmo ligero y dulce, suave y tenue que enlanguidece los músculos, haciéndoles experimentar un placer tan exquisito como misterioso, indefinible e intenso...
Sería cosa de entonar un himno a la pereza, ese estado delicioso en que el cuerpo reposa en una inacción sublime, sin estremecimientos bruscos, sin pensamientos tristes, viéndolo todo con cierta vaguedad de ensueño voluptuoso que acab por provacar un espasmo ligero y dulce, suave y tenue que enlanguidece los músculos, haciéndoles experimentar un placer tan exquisito como misterioso, indefinible e intenso...