¿Cómo pueden los padres de familia ayudar a sus hijos a apreciar el misterio y la atracción del mundo? Quizá sirvan para ello las sugerencias siguientes, aunque lo que soy yo, como no las utilice con mi nieto, con mis hijos, ya es difícil de que pueda utilizarlas...
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Respetemos el entusiasmo de los niños.
Para los niños hay algo inolvidable en esos momentos en que su padre, su madre o uno de sus abuelos, comparte lo que él ha descubierto. Ya hace algunos años, una madre se paró con su hijo delante del horno de Pina. Una vecina del pueblo la vió y le preguntó si estaba esperando a que abrieran el horno.
La madre le dijo que no. Que no estaba esperando a que abriesen el horno, que simplemente, su hijo le había hecho ir hasta allí para que ella pudiese comprobar el buen olor que salía del horno, tras explicarle que él cada vez que pasaba por allí, se paraba a aspirar aquellos deliciosos olores.
La madre había olvidado ya el maravilloso aroma del pan recién sacado del horno, y el chiquillo antes de echar de nuevo a andar, oprimió la mano de su madre, y se volvió a mirarla con ojos en que brillaba el orgullo.
Respetemos el entusiasmo de los niños.
Para los niños hay algo inolvidable en esos momentos en que su padre, su madre o uno de sus abuelos, comparte lo que él ha descubierto. Ya hace algunos años, una madre se paró con su hijo delante del horno de Pina. Una vecina del pueblo la vió y le preguntó si estaba esperando a que abrieran el horno.
La madre le dijo que no. Que no estaba esperando a que abriesen el horno, que simplemente, su hijo le había hecho ir hasta allí para que ella pudiese comprobar el buen olor que salía del horno, tras explicarle que él cada vez que pasaba por allí, se paraba a aspirar aquellos deliciosos olores.
La madre había olvidado ya el maravilloso aroma del pan recién sacado del horno, y el chiquillo antes de echar de nuevo a andar, oprimió la mano de su madre, y se volvió a mirarla con ojos en que brillaba el orgullo.
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Una maestra me explicaba que, un día en la playa, observó a una niña de unos 10 o 12 años que a la orilla del agua se entretenía en escoger piedrecitas para llevárselas a su madre. Sentadas una al lado de la otra, muy juntas las cabezas, allí estaban, mientras la niña, feliz, trataba de identificar sus tesoros...
Una maestra me explicaba que, un día en la playa, observó a una niña de unos 10 o 12 años que a la orilla del agua se entretenía en escoger piedrecitas para llevárselas a su madre. Sentadas una al lado de la otra, muy juntas las cabezas, allí estaban, mientras la niña, feliz, trataba de identificar sus tesoros...
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Poco después, esta maestra comentaba con la madre.
-Debe usted de estar interesadísima en las piedras.
-Es mi hija quien se interesa por ellas- contestó la señora-. Por ahora, le atraen las piedras. El mes que viene, quizá sean las conchas, o tal vez las flores silvestres. Necesita alguien que la escuche...
Poco después, esta maestra comentaba con la madre.
-Debe usted de estar interesadísima en las piedras.
-Es mi hija quien se interesa por ellas- contestó la señora-. Por ahora, le atraen las piedras. El mes que viene, quizá sean las conchas, o tal vez las flores silvestres. Necesita alguien que la escuche...
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A la maestra no le asombró enterarse de que la jovencita era estudiante aplicada y la primera en ciencias naturales de su clase. La vida de aquella niña y la del muchachito que se parab delante del horno seguro que transcurrirán sus vidas desbordantesde espléndidasnovedades, siempre en espera de exploración...
A la maestra no le asombró enterarse de que la jovencita era estudiante aplicada y la primera en ciencias naturales de su clase. La vida de aquella niña y la del muchachito que se parab delante del horno seguro que transcurrirán sus vidas desbordantesde espléndidasnovedades, siempre en espera de exploración...
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