Conocí una vez a un ama de casa que era muy feliz; no se dedicaba a ninguna de las actividades creadoras comunes, pero las comidas que preparaba eran verdaderos banquetes. Tenía muy buen gusto en lo que respecta a mantelería, cubertería, cristalería, y vajilla, y era una mujer de carácter divertido, ingeniosa y con inventiva.